En un vídeo que circuló recientemente en las redes sociales, se muestra a los rebeldes sirios asaltando lo que parece ser un importante laboratorio de fabricación de Captagon.
Se ve a los rebeldes expresando su indignación en el lugar de producción, diciendo: “Un montón de cerdos. Todo esto es veneno, pastillas alucinógenas”.
Captagon, uno de los estimulantes más infames del mundo, tiene un legado complejo con implicaciones devastadoras para la salud, la sociedad y la política.
Inicialmente desarrollado con fines médicos, se ha convertido en sinónimo de actividad ilegal, tráfico y adicción en Medio Oriente. El fármaco fue producido por primera vez en 1961 por la empresa farmacéutica alemana Degussa, pero rápidamente pasó de ser un tratamiento para los trastornos de atención y la narcolepsia a una sustancia peligrosa con consecuencias catastróficas.
La fenetillina, el compuesto activo de Captagon, se comercializó como una alternativa más suave a las anfetaminas. Sin embargo, su uso fue prohibido al hacerse evidentes sus graves efectos secundarios y su alto potencial de adicción.
En las décadas de 1970 y 1980, Captagon ganó popularidad entre los artistas y atletas en Francia hasta que fue totalmente prohibido en 1993 debido a sus efectos nocivos. Hoy en día, la droga se encuentra en el centro de extensas operaciones ilegales, principalmente en el Medio Oriente, donde desempeña un papel importante en el tráfico y el terrorismo.
Siria como centro mundial de producción de Captagon
En los últimos años, Siria se ha convertido en un centro global para la producción de Captagon. La prolongada guerra civil del país ha creado un terreno fértil para la fabricación de la droga, con fábricas ilegales que producen millones de pastillas al año.
Estos se introducen de contrabando en los Estados del Golfo, incluidos Arabia Saudita y Jordania. En Arabia Saudita, Captagon es popular entre los camioneros que buscan estar alerta e incluso lo utilizan los adolescentes. A pesar de que las fatuas islámicas prohíben su consumo, la droga sigue estando muy extendida y, en ocasiones, se considera una herramienta de supervivencia en situaciones extremas.
Más allá de su papel en el comercio ilícito, Captagon inflige graves daños a los usuarios. El estimulante, que combina teofilina (una sustancia utilizada para tratar el asma pero con efectos de aceleración del ritmo cardíaco) y anfetamina (un estimulante muy conocido), induce un aumento de energía, euforia, supresión del apetito y elevación del estado de ánimo.
Sin embargo, el uso prolongado puede provocar trastornos psiquiátricos como paranoia y alucinaciones, además de síntomas físicos como taquicardia, presión arterial alta y psicosis.
La adicción a Captagon se caracteriza por un aumento de energía a pesar de la falta de sueño, la pérdida de peso, los cambios extremos de humor y la ansiedad. Con el tiempo, estos síntomas empeoran y tienen consecuencias a largo plazo que incluyen confusión, temblores y convulsiones. Actualmente, no existe ningún antídoto para Captagon; el tratamiento es puramente sintomático.
Uso de Captagon por grupos terroristas
Las organizaciones terroristas, incluidas Hamás, Hezbollah e ISIS, dependen cada vez más de Captagon tanto para fines financieros como operativos. La droga aumenta la agresividad y la valentía de los combatientes y al mismo tiempo sirve como fuente de ingresos a través del tráfico. Durante la Operación Espadas de Hierro, se encontró evidencia del uso de Captagon en los cuerpos de terroristas, lo que destaca el papel de la droga en el fomento de actos violentos.
La caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria podría alterar significativamente el comercio de Captagon en la región. El gobierno de Assad ha dependido de la producción de Captagon para sostener su economía en medio de sanciones internacionales. Las fábricas de drogas ilegales, a menudo vinculadas a grupos terroristas y redes regionales de contrabando, son una importante fuente de ingresos para el régimen.
El cambio de régimen podría perturbar la producción de Captagon a escala industrial y desmantelar su red de distribución.