La guerra civil siria, que en realidad nunca había terminado, se ha reavivado repentinamente. El viernes 29 de noviembre, a última hora de la mañana, una coalición de fuerzas opuestas al régimen de Bashar Al-Assad entró en Alepo, capital del norte del país, de donde habían sido expulsadas a finales de 2016 por las tropas gubernamentales. , apoyado por la fuerza aérea rusa y las milicias proiraníes, en particular el Hezbollah libanés. Unas horas más tarde, durante la noche, aparecieron en las redes sociales fotos de insurgentes desfilando frente a la ciudadela, ubicada en el corazón de la ciudad. El sábado por la mañana, la mayor parte de Alepo había quedado bajo el control de los rebeldes, que tomaron muchos edificios gubernamentales, como la gobernación, la sede de la policía y las prisiones.
Este brutal giro es el resultado de una ofensiva lanzada sólo tres días antes por una alianza de grupos rebeldes, dominados por los islamistas radicales de Hayat Tahrir Al-Sham (HTC), la antigua rama de Al Qaeda en Siria, en el poder. la provincia de Idlib, sesenta kilómetros más al sur. Se abre una nueva batalla por Alepo, en un Oriente Medio convulsionado, bajo el efecto de las guerras en Gaza y el Líbano.
En el terreno, el ejército sirio, tomado por sorpresa, no pudo resistir el ataque. Las milicias anti-Assad se apoderaron primero de bases militares, de la carretera que une Alepo con Damasco, así como de decenas de pueblos, deshabitados debido a su proximidad a las líneas del frente, que separan Idlib de la región de Alepo. Un frente que se mantuvo activo a pesar de un acuerdo de alto el fuego en 2020, patrocinado por Turquía y Rusia, potencias rivales en Siria.
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El avance de la coalición rebelde, que incluye grupos financiados por Ankara, continuó el viernes en el campo alrededor de Alepo e Idlib, al mismo tiempo que los combatientes penetraban en el antiguo corazón económico de Siria. Por la tarde, Rusia, protectora de Bashar Al-Assad, lanzó ataques aéreos sobre Idlib. El ejército sirio anunció el envío de refuerzos. Durante la noche del viernes al sábado las autoridades cerraron el aeropuerto de Alepo.
En proceso desde hace meses
El avance relámpago de los rebeldes comenzó el mismo día que entró en vigor el alto el fuego en el Líbano entre el ejército israelí y Hezbolá. Este acuerdo, que se produjo tras dos meses de guerra, confirma el debilitamiento de Hizbulá, que perdió gran parte de su arsenal y de su mando, incluido su líder, Hassan Nasrallah, eliminado a finales de septiembre.
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