En Bruselas se desarrolla desde hace días una partida de póquer de poder: gana el Partido Popular Europeo, los socialdemócratas se tragan un gran sapo.
En junio, los ciudadanos de la UE designaron el nuevo parlamento, y la Unión todavía no tiene una nueva comisión. Pero ahora lo más probable es que el equipo que rodea a la presidenta Ursula von der Leyen pueda empezar a trabajar el 1 de diciembre. El miércoles por la tarde se resolvió el bloqueo en el Parlamento de la UE. Y como en las elecciones de verano, el Partido Popular Europeo (PPE) salió victorioso.
En la UE, la “formación del gobierno” (la Comisión tiene una función tanto ejecutiva como legislativa) es incluso más compleja de lo que a veces es a nivel nacional. La única persona que ha tenido su puesto asegurado hasta ahora ha sido la presidenta von der Leyen. Fue confirmado por el Parlamento en julio. Los otros 26 candidatos a la Comisión propuestos por los Estados miembros, sin embargo, sólo fueron escuchados por las comisiones parlamentarias en las últimas semanas, lo que en la jerga se conoce como “grilling”.
A esto siguió un verdadero póker de poder en torno a los seis influyentes cargos vicepresidentes. Dos personalidades estuvieron especialmente en el foco de atención: Raffaele Fitto, del partido de derecha italiano Fratelli d’Italia, y Teresa Ribera, del Partido Socialista Español. Los socialdemócratas europeos (S&D) no quisieron aceptar que Fitto fuera “recompensado” con un cargo particularmente importante, a pesar de que su grupo no eligió al presidente de la Comisión en julio y ya alberga ideas posfascistas. El PPE, al que pertenece von der Leyen, fustigó a Ribera -actualmente ministra de Transición Ecológica de España- por su papel en la catástrofe de las inundaciones de Valencia.
El presidente del Gobierno español intervino
En resumen: las partes bloquearon mutuamente la confirmación de los vicepresidentes (así como del comisario designado de Hungría). Mientras tanto, en el fondo, las negociaciones entre los grupos parlamentarios, Von der Leyen e incluso los gobiernos nacionales avanzaban a toda velocidad. El regateo continuó hasta el último minuto. El Parlamento de la UE en Bruselas parecía el miércoles una casa de abejas, con información a veces relevante y a veces contradictoria filtrándose desde todos los rincones posibles. El acuerdo fue anunciado poco antes de las 6 p.m.
El primer ministro socialista español, Pedro Sánchez, que estaba decidido a sacar adelante a su colega de partido Ribera, aparentemente jugó un papel decisivo. Fue él quien convenció a la líder del S&D, Iratxe García –ella también, de España– de tragarse el “Sapo Fitto”. A cambio, el PPE llegó a un acuerdo con los socialdemócratas y los liberales y debilitó sus exigencias a Ribera. En última instancia, el grupo ya no exige que la española dimita de su cargo si se abre una investigación penal contra ella en relación con la catástrofe de Valencia.
Sin embargo, el acuerdo, que sólo cubre una parte buena, no es tan vinculante. Según voces del parlamento, solo contiene “directrices comunes” y esencialmente es simplemente una confirmación del acuerdo que la “alianza proeuropea” alcanzó antes de que von der Leyen asumiera el cargo. La nueva edición era necesaria, sobre todo porque en las últimas semanas se han roto muchos platos y la confianza entre las partes se ha visto afectada.
¿Rotura de la “alianza proeuropea”?
El S&D, al fin y al cabo el segundo grupo más fuerte del Parlamento, tenía sed de más: quería que el PPE prometiera que en el futuro ya no habría mayorías en el Parlamento con el grupo conservador de derecha de los Conservadores y Reformadores Europeos. (ECR), que también incluye a Fittos Fratelli d’Italia, para formar. En los últimos meses se han producido varios acuerdos de este tipo en el Parlamento de la UE, lo que los socialdemócratas consideran una ruptura de la alianza anterior.
Pero el PPE no está dispuesto a hacer esta concesión. Para los democristianos resulta atractivo poder tender la mano hacia la izquierda o hacia la derecha, según el tema. Según el PPE, estamos trabajando con todas las fuerzas democráticas, incluido el grupo ECR. Con ello también quiere evitar que los partidos aún más a la derecha ganen fuerza. El Grupo S&D, por su parte, se siente contra la pared, y los parlamentarios alemanes y franceses en particular expresaron dificultades con el acuerdo.
El acto final aún está pendiente. El próximo miércoles, el Parlamento de la UE deberá confirmar in corpore a la nueva Comisión. Si esto tiene éxito, como es de esperar, podría empezar a principios de diciembre.