La receta es sencilla. Un puñado de harina que va en los guantes de Oblak. La levadura es Giuliano, lo que hace crecer la masa. El agua va en el sudor y la garra es la sal. Y así, con esos ingredientes, Simeone vuelve a hacer pizza, su vieja poesía cholista. Un equipo compacto que compite bajo la ley del 1-0 y aturde partidos y a rivales: “Prefiero jugar bien que bonito”, que decía uno de sus credos. Y jugar bien siempre es ganar. Cuatro victorias consecutivas suma desde que aquella tarde en la que el cholismo anocheció en el Villamarín. Ha vuelto emerger más fuerte.
Un Atlético que salía con cuatro cambios con respecto a París pero manteniendo a Griezmann y Julián en la punta. Un Mallorca que salía con Greif en la portería y sin Dani Rodríguez y enseguida se vio dominado. Si el Atleti asomó bien plantado sobre la hierba, queriendo la pelota, pronto se le olvidó para confirmar esa tendencia: que de la tarde de Villamarín y esa charla posterior entre jugadores y entrenador, ha vuelto el cholismo. Ese Atleti que compite y se compacta. Capaz de hacer que no pase nada en los partidos. Su viejo arte de hacer interesante sentarse a observar cómo crece la hierba. Llena más el ojo que su fútbol. Las áreas estaban pero como si no. Mero adorno. Las porterías, directamente, eran objetos lejanos no identificados.
Si Lenglet inició el partido como acostumbre, con amarilla, ahora por derribar a Navarro como si en vez de fútbol jugasen rugby, Arrasate equilibró el tablero y Simeone empezó a cubrirse con seis hombres atrás, porque Riquelme y Giuliano se incrustaban como laterales en defensa, en un llamativo 6-3-1 en Son Moix. Harina, agua, sal, aceite y levadura. Esa es la receta de su pizza. Aunque se atragante e invite al bostezo y la siesta. Esto es el cholismo. Mientras iba haciendo de su trozo de hierba una cueva, le cedió el cuero al Mallorca que no encontraba rendijas para presentarse ante Oblak pero repiqueteaban. Doce piernas se interponían como un bosque. Y, si no, Griezmann, siempre el primer defensa. Porque le asomó el mono de trabajo bajo el frac y barrió dos centros del Mallorca.
Pasaba tan poco que uno por día fijar su atención en otros pequeño detalles, como esa defensa de Arrasate con los dorsales, 21 (Raíllo), 22 (Mojica), 23 (Maffeo) y 24 (Valjent). El Mallorca buscaba amenazar lanzando centros al área como quien compra décimos de lotería, por si alguno tocaba. Y fue con uno de estos con el que Arrasate encontró la primera rendija a la malla de hombres dispuesta por el Cholo, casi al final de la primera parte. Darder fue quien lo puso y Larin lo cabeceó olfateando la red. Pero cuando Son Moix contenía el alimento para gritar el bien, apareció la manopla de Oblak para arrancárselo mientras se lo desbarataba. Los milagros han vuelto a sus guantes. Y menos mal: la delantera de Arrasate ganaba todas las pelotas por alto, Morlanes le ponía su nombre al balón, con pierna dura y precisión en el pase. Anticipando y cortando, clave en la presión. En el área contraria, por ocasión podría contarse que Julián Alvarez estuvo a punto de llegar a un balón dividido que Raíllo cedió a Valjent corto, quien corrigió para espantar el peligro. Una mosca hubiese inquietado más a Greif.
La segunda parte el Atlético también la inició mejor. Con intención al menos, más vertical. Giuliano comenzó a correr antes de que Oblak sacara en largo como en un renacimiento del gol de Correa en el minuto 93 de París pero ahora con el pie. El Cholito iba a hacer cholismo en Mallorca. El a morir los míos mueren. Y así corrió Giuliano ese esprint, como si fuese , inventándose una ocasión donde el resto del mundo solo ve nada. Pero él la crea, por su garra y su entrega, por no dar nada por perdido. La pelota larga del portero estaba en sus pies mientras Giuliano corría solo de campo a campo. Ni Raíllo, ni Maffeo le pudieron frenar, aunque eran dos contra uno en clara ventaja. Y Giuliano los dejó atrás como si fuesen de plastilina, con su ADN perlando de sudor la hierba. Cuando llegó ante Greif lo envolvió en papel de regalo y se la sirvió a Julián, que solo tuvo que empujar a la red con la derecha. 0-1. La poesía. De casta le viene al galgo y en este Atleti Giuliano ya es imprescindible. Es llamativo ver al Cholo celebrando sus acciones. En una emocionante contención emotiva. Riquelme luego se empachó de balón cuatro minutos después cuando pudo pasárselo a Correa para el mano a mano frente Greif que hubiese sido el 0-2 y Simeone hizo un cuádruple cambio para dormir el partido. El Mallorca había perdido el pie y se pasó toda la segunda parte tratando de encontrarse con sucesivos centros al área y hasta un córner final que acudió a rematar hasta Greif. Pero no atinó en ninguno salvo en dos desatinos de Witsel que arregló Oblak con otra de esas paradas que confirman que el cholismo ha vuelto. Felices los ojos, aunque en realidad no.
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Cambios
Rodrigo De Paul (61′, Antoine Griezmann), Alexander Sorloth (61′, Julián Alvarez), Ángel Correa (61′, Giuliano Simeone), Axel Witsel (62′, Clément Lenglet), Abdón Prats (68′, Cyle Larin), Chiquinho (68′, Sergi Darder), Antonio Sánchez (74′, Roberto Navarro), dani rodriguez (74′, Pablo Maffeo), Daniel Luna (82′, Manu Morlanes), Conor Gallagher (85′, Rodrigo Riquelme)
Goles
0-1, 60′: Julián Álvarez
Tarjetas
Arbitro: José María Sánchez Martínez
Arbitro VAR: Daniel Jesús Trujillo Suárez, Victor García Verdura
Clément Lenglet (9′,Amarilla), Samuel Costa (56′,Amarilla), Reinildo Mandava (82′,Amarilla), correa (93′,Amarilla)