El final de año promete volver a ser tenso en la SNCF. Los cuatro sindicatos representativos (CGT Cheminots, Unsa Ferroviaire, SUD Rail, CFDT Cheminots) presentaron este sábado por la mañana un aviso de huelga para dos fechas. El primero, ya conocido, del 21 de noviembre, al día siguiente de las obligatorias negociaciones anuales (NAO) que prometen ser difíciles. Las organizaciones también planean una huelga renovable por períodos de 24 horas a partir del 11 de diciembre, apenas dos semanas antes de Navidad y diez días antes de las vacaciones escolares. “Dijimos que el 21 de noviembre era una advertencia ante un movimiento más duro y más largo. Pasamos de las palabras a los hechos”, afirma Julien Troccaz, secretario federal de SUD Rail.
En raras ocasiones, los cuatro sindicatos avanzan de la mano. Se pusieron de acuerdo “bastante fácilmente” sobre la fecha y la forma del movimiento. “El gobierno o la dirección no podrán decir que la culpa es de unos pocos sindicalistas o de organizaciones extremas. Estamos todos en la misma onda y dispuestos a llegar hasta el final”, insiste una fuente sindical. No se excluye que otros sectores, como el servicio público, se sumen a las jornadas decididas por los ferroviarios. “Si la estrategia organizativa coincide con la nuestra, mucho mejor”, confía un sindicalista.
Las organizaciones ferroviarias esperan movilizarse ampliamente en todas las entidades de la SNCF y superar las tasas bastante bajas de huelguistas observadas durante la reforma de las pensiones, por ejemplo. Las demandas son múltiples. En primer lugar, se oponen firmemente al “desmantelamiento” de Fret SNCF, dividida en dos entidades y con la transferencia de algunas de sus actividades a sus competidores, tras la apertura de una investigación por parte de la Comisión Europea sobre ayudas públicas ilegales. La elección del gobierno anterior fue ratificada por el nuevo. Los sindicatos exigen, como mínimo, una moratoria al considerar que “nada está listo”, mientras que la liquidación de la estructura actual debe declararse el 1 de enero.
Los sindicatos denuncian también “la privatización de las actividades de TER, Transilien e Intercités”, con la apertura de filiales para responder a las licitaciones, así como “la desintegración de SNCF Réseau”. Claramente se oponen a los efectos de una apertura a la competencia, que todavía está en sus inicios. Por último, las organizaciones critican al gobierno por haber fijado en piedra una ambiciosa financiación plurianual para el ferrocarril.