Los resultados de las elecciones estadounidenses son claros: Donald Trump ganó el voto popular y el de los electores. Una auténtica ducha fría para los demócratas, que apostaban mucho por su candidato.
Ha vuelto. Donald Trump logró su desafío de regresar a la Casa Blanca el martes 5 de noviembre con una clara victoria, lo que provocó una auténtica conmoción en Estados Unidos. Su victoria fue clara y rápida: el expresidente ganó los dos estados en disputa de Carolina del Norte y Georgia en unas pocas horas, antes de que Wisconsin y Pensilvania le sirvieran de trampolín final.
Para el bando de Kamala Harris, que había puesto todas sus esperanzas en su vicepresidente Joe Biden, es un shock. En Filadelfia, Pensilvania, como en el campus de la Universidad Howard de Washington, los demócratas reunidos para la ocasión confían en haber superado el “pire“tardes.
En “Filadelfia”, ciudad donde se redactó la Declaración de Derechos, es decir las diez primeras enmiendas a la Constitución estadounidense, Gabor, organizador de una velada, prometió una fiesta hasta el 20 de enero, fecha de la toma de posesión presidencial. Pero en su club, la celebración se convirtió en una pesadilla cuando se avecinaba la victoria de Donald Trump. “Esta es una prueba de que la democracia es menos importante para los estadounidenses que la economía y el precio de sus alimentos.se lamenta.
“Si no te gusta la democracia y quieres pagar menos por un rollo de papel higiénico, bien hecho, has ganado… Pero el costo es la democracia”.
Gabor, un activista democráticoen franciainfo
Si en 2020 Joe Biden tardó cuatro días en ganar en el más crucial de los “estados indecisos”, cuatro años después, a Donald Trump le bastaron sólo unas horas. “Es una locura darse cuenta de lo que está pasando.confía Laura. Cuando llegó al poder, yo tenía 16 años, fue un shock. Años después, soy una mujer adulta y pensamos que la gente tendría sentido común, que se preocuparía por sus vecinos.“
Reunidos en el campus de la Universidad Howard en Washington, se respira el mismo sentimiento: los partidarios de Kamala Harris tuvieron dificultades para darse cuenta de su derrota, ellos, que alimentaron la esperanza de un cambio de situación hasta altas horas de la noche. Y el anuncio de que el candidato ni siquiera vendría a dar un discurso fue como una ducha fría.
Con, de fondo, una preocupación por la reelección de Donald Trump: en este establecimiento al que asisten un 80% de estudiantes negros, algunos, como Alana, profesora de ciencias políticas, temen una disminución de muchos derechos. “Estoy un poco desorientado al ver que muchos votantes no han comprendido la necesidad de proteger los derechos de las mujeres, de las minorías, de los inmigrantes…“, suspira. Antes de continuar: “Ver que vamos a tener un gobierno republicano me asusta, especialmente para las mujeres negras que pasarán por momentos difíciles para sobrevivir en este clima.“.
Lo cierto es que a las mujeres con las que Kamala Harris contaba enormemente para su victoria, como a los jóvenes de otros lugares, no les bastó… o no las sedujo. Esta joven, estudiante de cine en esta universidad, no tiene, en cualquier caso, hasta el momento ninguna explicación para este fracaso. “Sabes, veíamos la cara de Kamala todos los días. Estábamos inmersos en su campaña… Entonces pensábamos que la gente quería que ella ganara, que estaban más de su lado. Pero, en realidad, no. Lo vemos con los resultados. Entonces, realmente no lo sé…“, sonrió, nerviosa.
Como resultado, en Washington, como en Filadelfia, la fiesta se vio interrumpida: a las 2 de la madrugada del 6 de noviembre, se retiraron las sillas, se apagaron los televisores… Sólo quedaba una cosa por hacer, bromea Rick, esta activista de Pensilvania : “¡Debemos seguir adelante! Ya hemos pasado por cuatro años de Trump. Sólo hay que preguntarse cómo vamos a pasar cuatro años más… ¡A la cama! ¡Despierta por la mañana y espera lo mejor!“, quiere ser positivo.