DEn Estados Unidos es posible llegar a ser presidente a pesar de un voto popular desfavorable. ¿Cómo explicarlo? Esta situación se explica por un sistema electoral particular, el sufragio universal indirecto. La población votará el 5 de noviembre entre 538 electores que elegirán posteriormente al futuro jefe de Estado. Este sistema, que beneficia a unos Estados más que a otros, no es unánime, pero su reforma promete ser difícil a la vista de la Constitución americana.
El sistema electoral estadounidense para la elección presidencial, consagrado en el párrafo 2 del artículo 2 de la Constitución estadounidense, fue concebido en el siglo XIX.mi siglo y sólo ha visto modificaciones raras desde entonces.
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los grandes votantes
Técnicamente, se lleva a la población a votar por el color político de los “electores” de su estado, quienes luego son responsables de votar por el futuro presidente. Desde 1964, el colegio de estos electores está compuesto por 538 miembros, el mismo número que todos los diputados de la Cámara de Representantes y senadores, sumados a tres funcionarios electos del distrito metropolitano de Washington.
Los electores, en su mayoría partidarios de su partido que, según la Constitución, no pueden ser elegidos a nivel federal, se comprometen a apoyar al candidato oficial de su partido. Sin embargo, la Constitución no exige este compromiso, pero 33 Estados imponen esta condición a los electores, bajo pena de sanción.
Si un campo tiene la mayoría en un estado, ese partido gana a todos los votantes principales en ese estado, sin ninguna otra división. Este es el principio de que “el ganador se lo lleva todo”, implementado en 48 de los 50 estados americanos. Maine y Nebraska son excepciones y establecen que cada vez se otorga un miembro del colegio electoral al candidato que ocupa el primer lugar en un distrito determinado.
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Los estados clave
En este sistema electoral indirecto, los estados más poblados (según un censo realizado a intervalos regulares) tienen el mayor número de electores. Para esta elección, según un censo realizado en 2020, California cuenta con 54 de estos cargos electos, mientras que Wyoming o Alaska solo cuentan con tres. El 5 de noviembre, la atención se centrará principalmente en los “estados indecisos”, aquellos estados en los que el resultado puede inclinarse tanto hacia los republicanos como hacia los demócratas y que, por tanto, pueden alterar el resultado final de las elecciones. Estos estados son Arizona (11 electores), Carolina del Norte (16), Georgia (16), Michigan (15), Nevada (6), Pensilvania (19) y Wisconsin (10).
Para ganar, los candidatos presidenciales necesitan 270 electores de los 538 previstos. Este sistema puede permitir así que los candidatos que no obtuvieron el mayor número de votos accedan a la presidencia. Este escenario ha ocurrido cinco veces, incluidas dos recientemente: en 2000 y 2016, los candidatos demócratas Al Gore y Hillary Clinton obtuvieron el mayor número de votos a nivel nacional, pero no fueron elegidos debido a esta votación indirecta.
Este principio se pone en duda en cada elección presidencial, pero promete ser difícil prever un trastorno constitucional. Para cambiar el sistema electoral se necesitaría una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso, así como la ratificación de tres cuartas partes de los estados.
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La elección del presidente y vicepresidente
Una vez cerrados los colegios electorales y designados los electores, estos se reúnen en la capital de su respectivo estado a mediados de diciembre (el 17 de este año) y eligen al presidente y al vicepresidente. Luego, el colegio electoral transmite los resultados de estas votaciones al Congreso.
Habrá que esperar hasta el 6 de enero para que el Congreso se reúna bajo la presidencia del vicepresidente. Esta vez será la candidata presidencial demócrata y actual vicepresidenta, Kamala Harris, quien tendrá este honor. Éste procederá luego al recuento de los votos en voz alta. Si no hay objeciones, el procedimiento puede continuar.
Sin embargo, se han imaginado varios escenarios para evitar cualquier bloqueo. Si ningún candidato presidencial obtiene la mayoría de votos de los electores, la Cámara se reúne inmediatamente para elegir al nuevo presidente. En este caso, los funcionarios electos sólo pueden elegir entre los tres candidatos que hayan obtenido el mayor número de votos y disponer de un voto por delegación estatal. Si aún no hay consenso dentro de un tiempo determinado, el vicepresidente se convierte en jefe de Estado. Finalmente se convoca al Senado como último recurso en caso de falta de compromiso en torno al nombre del vicepresidente.
Tras este recorrido, la institución del nuevo presidente está prevista para el 20 de enero (o el 21 de enero si la fecha cae en domingo), frente a la Casa Blanca, que acogerá a su nuevo inquilino para los próximos cuatro años. A continuación, el nuevo Jefe de Estado pronunciará su discurso de toma de posesión, presentando las grandes líneas de su futura política.
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