Jordi Mata y Santi Almenar, respectivamente presidente y secretario de la peña Els Valencians e invitados por el club USAP durante el partido contra el Vannes en apoyo a los valencianos afectados por las mortíferas inundaciones, hablaron del trauma y el horror que está pasando su pueblo .
“No te puedes imaginar el desastre que es esto”. Tras el terror de las últimas horas, las palabras le faltan a Jordi Mata, presidente de la peña de la USAP, Els Valencians. Sin embargo, los términos “miedo”, “pánico”, “dolor”, “terror”, “zona de guerra” subrayará su discurso mientras traza la catástrofe climática que está diezmando un poco más la población del sureste de España cada minuto en Valencia. Con Santi Almenar, secretario de este club de una treintena de peñistas, acaban de recorrer 550 kilómetros en coche precisamente para asistir al partido USAP-Vannes, por invitación del club. Un paréntesis en medio del caos. “Lo apreciamos. Pero no podemos disfrutarlo estrictamente hablando.Jordi Mata casi se justifica poco antes del inicio del partido. Es muy complicado y al mismo tiempo muy conmovedor”.
La vida era casi normal para nosotros, mientras que para otros era el apocalipsis.
Para Jordi y Santi el daño es material. El primero vive en Maritím, un barrio del noreste de Valencia. El segundo en Benicalap, situado al norte del centro de la ciudad. “Donde llovía mucho, pero eso es todo. En el peor momento del mal tiempo, la vida era casi normal para nosotros.se disculpan. Mientras que para otros, al sur del río Turia, fue el apocalipsis.” La hija de su amigo de la peña Daniel Vanaclocha, responsable de Cultura del ayuntamiento de Paiporta, “zona cero” como dicen, “perdí todo”. Otro usapista, Guillem Iranzo “Ya no tiene coche y psicológicamente está en su peor momento”. “Afortunadamente, por lo que sabemos hasta el momento, no hemos perdido a nadie. Nos buscamos, sin poder alcanzarnos, sin saber dónde estábamos, si estábamos vivos, sin saber si podríamos movernos para encontrarnos a nosotros mismos, pero por otro lado, a nuestro alrededor…” Se instala un silencio escalofriante. En el momento del intercambio, Valencia deploraba más de 200 muertos y 1.900 desaparecidos: “Hay cuerpos que nunca serán encontrados. Lo sabemos. Los que desaparecieron en el mar con el flujo del agua”.
Los dos hombres continúan: “Durante 48 horas no tuvimos noticias de un amigo que estaba trabajando en un centro de emergencia. Pensamos que estaba muerto”. “Una amiga que cuidaba a los niños los mantuvo hasta las cinco de la mañana del miércoles en el refugio de la escuela. Cuando la volvimos a ver, quedó devastada”. “Mi tía, de 81 años, recibió en su apartamento a cuatro personas. Cocinaba sin casi nada. Empezaron a comer turrón”. “El auto de mi prima terminó en la playa… a 7 kilómetros de su casa”. Y recuerda, “Gente gritando, sonido de cristales rompiéndose, sirenas sonando todo el día”.
Cadena de solidaridad cuando “los supermercados se inundan de agua, en la oscuridad, los estantes están vacíos”
Y en medio de estos “escenas de una película de desastres o de la serie Walking Dead”la luz de la solidaridad brilló: “Es importante decirlo y transcribirlo en los medios. Ante la falta de agua, alimentos y electricidad, el pueblo se unió. Los habitantes de la ciudad por miles llenaron sus mochilas con comida, sándwiches, cargaron botellas de agua y caminaron kilómetros. a las comunidades afectadas Debido a que los supermercados están inundados de agua, a oscuras, los estantes de artes y ciencias están vacíos, se produjo un éxodo de voluntarios que fueron a ayudar en la comarca de Horta Sud, de Massanassa. Por otro lado, supimos que el acceso estaba prohibido en Catarroja. Habría demasiados cadáveres.
Santi, ex segundo central del rugby, es profesor de inglés: “No sé cuándo volverá a abrir mi escuela en Xirivella, pero la escuela de mi hijo en Torrent quedó destruida”. Jordi, estibador y ala cuando jugaba, se va a incorporar al puerto. Con el recuerdo de la compasión del pueblo de Perpiñán, que más que nunca supo mostrar la hermandad entre los Països catalanes.