El hecho se ha convertido en algo común bajo nuestros cielos. Llamar a un periodista a la comisaría de policía para interrogarlo se ha convertido en algo habitual. Pero esta banalidad podría ser peligrosa porque supone que la libertad de prensa, en definitiva la libertad de expresión, está en peligro en nuestro país.
Detenido bajo custodia policial, según informó la fiscalía, Cheikh Yérim Seck corre el riesgo de ir a prisión por haber ejercido su profesión de periodista. Él mismo dijo a los investigadores que no difamó a nadie, sólo declaró hechos en su papel de periodista. Querer incriminarlo por haber hecho su trabajo es un precedente peligroso que incomoda a todos los defensores de los derechos y libertades individuales y colectivos.
Por supuesto, nadie está libre de culpa pero, en este caso, la justicia no tiene nada que reprochar al periodista más allá de que sólo estaba haciendo su trabajo de informar los hechos para que el público pudiera conocerlos. ¿Informar al público es un delito?
Pero es sobre todo notable que sus colegas tengan una reacción sorprendente, por no decir “ausencia de reacción”. La prensa en su conjunto no lo defiende como debería. Como si muchos compañeros quisieran que él viva esta incómoda situación, mientras él sólo hace su trabajo como periodista.
El poder existente, debido a su popularidad y a las expectativas de la población, debería proteger a los periodistas en el ejercicio de su función en lugar de sancionarlos por un sí o un no. El fiscal tampoco debe tomar cartas en el asunto a la menor oportunidad, so pena de poner en peligro la libertad de prensa. A los sabios…