Este domingo 8 de diciembre, la inmensamente popular actriz y novelista Laetitia Milot estará presente de 13.30 a 16.00 horas en el centro comercial Carrefour de Saint-Maximin para una sesión de fotos y firmas. La oportunidad para Bonhomme Picard de volver sobre su viaje con ella y de llevarse una noticia muy ocupada.
Para empezar, el gran público te conoce principalmente a través de tus diferentes personajes en la televisión (Mélanie Rinato en Plus Belle La Vie o Angélique Raynaud en Demain Nous Belongs), pero ¿quién es Laetitia Milot?
Así que soy ante todo una actriz francesa, también novelista y recientemente presentadora de televisión (risas).
Todo esto debe hacer que los días sean muy ocupados. ¿Cómo los gestionas?
Es verdad que soy una mujer activa que tiene muchas cosas que hacer, pero creo que soy como muchas de nosotras… Hablamos de mi trabajo, porque estoy en la luz, pero mucha otra gente trabaja, luego cuidar de sus hijos, mientras gestionan sus pasiones. Y, al final, todos tenemos overbooking.
Una carrera actoral que nunca imaginó…
Cuando eras pequeño, ¿te imaginabas teniendo una carrera así?
Nunca en la vida. Desde pequeña me había encaminado hacia la danza y me veía terminando como primera bailarina o profesora de danza clásica… así que basta decir que estaba lejos de imaginarme este plan de carrera.
Exactamente, ¿cuál fue el punto de inflexión/punto de inflexión?
Sucedió alrededor de los 18 años. En aquella época yo bailaba mucho, unas 4 o 5 horas diarias, y había llegado a cierto nivel de cansancio. Sin embargo, quería mantener ese vínculo con el escenario y el público, por eso me dediqué al teatro. Para mí fue un poco como bailar, juegas con tu cuerpo, con tus emociones, excepto que también agregas tu voz (risas).
A partir de ahí, experimentarás un ascenso meteórico. ¿Cómo lo explicas?
Ya sabes, el teatro es un entorno complicado y muy duro. Se me cerraron muchas puertas, había desesperación e incluso llegué a preguntarme si estaba hecho para esta profesión. Tuve la suerte de contar con un buen apoyo durante este período y, gracias a mi perseverancia, finalmente valió la pena. La lección que aprendo de esto es que hay que darse los medios, ir a por ello y no tener miedo. Pero sobre todo hay que seguir tus sueños, sean los que sean.
“Escribir me hace mucho bien”
Al mismo tiempo, ha publicado numerosos libros. ¿Qué te aporta escribir?
Escribir me hace mucho bien, porque dejamos escritas las palabras. Además, en mi diario familiar “Aquí la felicidad es casera”, ofrezco a todos esta posibilidad de hacerlo. Escribir es una gran terapia porque a través de ella surgen muchas cosas y con el tiempo incluso terminó convirtiéndose en una adicción.
Acabas de publicar tu primer cuento infantil, Lili y el árbol mágico. ¿Cómo se te ocurrió la idea?
Todo vino de mi hija Lyana. Está acostumbrada a escuchar historias desde muy pequeña, porque desde que tenía un día me he asegurado de contarle una diferente cada noche. Creo que le transmití esta pasión. Luego, a los 6 años, es una niña muy tocada por el planeta, la protección y el respeto por el medio ambiente, por la naturaleza… Entonces me dijo: “¿Por qué no escribir una historia sobre un árbol, pero que sería como un árbol de la vida”. Además, también podría haber sido llamado “el árbol de la vida”.
En cualquier caso, hay una magnífica moraleja, y quizás un mensaje de esperanza, porque bien podrían ser los jóvenes los que consigan cambiar las cosas.
Por último, este domingo estarás en Saint-Maximin para una sesión de firmas donde podrás encontrarte con tus fans. ¿Cómo afrontas esta reunión?
Sí, y estoy muy feliz de venir a Oise, porque será la primera vez para mí. Son momentos especiales que realmente me importan. Conocer a mi audiencia me aporta mucho. Generalmente salgo con lágrimas en los ojos, porque la gente aprovecha para hablarme de muchos temas, como la endometriosis, mis películas, mis escritos… También confían en mí y es muy conmovedor. Sin embargo, con el lanzamiento de la historia, creo que el regalo más grande de todos es ver brillar a todos estos ojitos, porque tienen la historia en sus manos… Vale todo el oro del mundo.
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