Tras el anuncio de la muerte de Dan Marcel, surgieron en la web revelaciones sobre esta magnífica persona que era. Esta vez, fue la presentadora Cassandra Assamoi quien también comentó esta triste desaparición en su página de Facebook en estos términos:
« Dan Marcel: Inolvidable a pesar de todo.
Era molesto, susceptible, hablador y malhumorado. Pero también confiable, entrañable e inolvidable. Sí, Dan Marcel, muchas veces me agotaste y me irritaste, me hiciste fuerte en varias ocasiones, pero te tomé tal como eras y, a pesar de todo, te quise mucho.
“Casandra, ¿estás enojada? », me preguntaste muchas veces: “Ya no me hablas, hace mucho tiempo. Está bien, el asunto se acabó”.
Y luego, empezaste con tus comparaciones absurdas, sólo para molestarme y hacerme reír al mismo tiempo:
“Cassandra, es verdad, tienes una linda casa, pero ¿conoces a mi hermana mayor Dorcas? Voy a su casa. Mi hermana mayor Dorcas tiene un apartamento en Francia. ¡Yo digo que es pesado yapa! Eres hermosa, es verdad, pero ¿conoces a Dodo? Tiene pies, ¡uf! Bete mujeres”.
Toda esa era tu forma de arrancarme algo o de calentarme el corazón con tus muecas. Y terminé respondiéndote: “Está bien, Dan Marcel, toma, ve con Dorcas entonces”.
Pero nunca te detuviste ahí, siempre añadiste algo que me hacía sonreír: “¡Ah, sí, ella tiene un departamento, pero tú eres amable y generoso! »
Eras tan tú, esas comparaciones absurdas que siempre me hacían reír. También recuerdo aquella vez que me ayudaste a hacer una demostración de mi primera producción, Madame Eskavo. Inmediatamente detecté tu talento para la comedia y la música, especialmente en las canciones gospel.
En cuanto llegabas a algún lugar, sabías cómo llamar la atención. Una mueca, una palabra y el ambiente se aligeró. Fue tu regalo.
Y luego estaban tus locas peticiones: “¡Cassandra, tómate mi foto!” Haz lo que haces por los blancos, por favor. Levántate, la gente te verá, eres tan hermosa”.
Sabía que estabas huyendo de tus traumas infantiles. Siempre necesitabas estar feliz, en movimiento, para no pensar. Querías vivir a 160 kilómetros por hora, como si supieras que el tiempo era limitado. Y, sin embargo, tenías toda la vida por delante.
Como siempre, me hiciste ‘fuerte’« .