REPORTAJE – La suerte de la calle de Verneuil depende de la decisión del tribunal de apelación que deberá determinar las responsabilidades en relación con el millón y medio de deudas acumuladas por su sociedad conjunta con los proveedores.
En la isla de la Cité, las medidas de seguridad son máximas. En el juzgado, el juicio a Samuel Paty está en pleno desarrollo. En el Tribunal de Apelación, al otro extremo del edificio, el ambiente es mucho más tranquilo. Las audiencias se suceden detrás de los ojos de buey dorados de la sala Honoré-Muraire. Decorada con un tapiz que representa una perdiz vigilando su nido, la sala arbolada con sólo cuatro bancos está sobrecalentada. Los “bip-bip” de la obra del número 36 del quai des Orfèvres atraviesan las ventanas.
La presidenta Marie-Hélène Masseron llama a los abogados de Charlotte Gainsbourg y a los del magnate inmobiliario Dominique Dutreix. Este último, vestido con un traje oscuro y calcetines de obispo, está sentado estirado hacia adelante, con las manos apoyadas en el banco. Charlotte Gainsbourg, que no quiere ser fotografiada en la sala del tribunal, está ausente. Su abogado había solicitado la sesión a puerta cerrada. En vista de todas las entrevistas concedidas, el presidente se negó. Ben Attal, el hijo…
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