Muchos londinenses tomaron el metro sin pantalones el domingo.
Era el día oficial del “Viaje en metro sin pantalones”, un evento anual que no tiene otro propósito que inyectar un poco de ligereza en la oscuridad del invierno. No hay un significado profundo ni una causa importante que defender.
“Están sucediendo tantas cosas malas. “Es agradable hacer algo sólo por diversión”, dijo el iniciador de esta tradición, Dave Selkirk, un entrenador personal de 40 años.
Después de reunirse en la entrada de Chinatown, decenas de personas caminaron por las calles heladas hasta la estación de metro de Piccadilly Circus, en el centro de Londres, donde abordaron su primer tren. El único problema era que los coches estaban tan llenos que algunos de ellos no podían quitarse los pantalones.
El primer evento de este tipo tuvo lugar en Nueva York en 2002, iniciado por el comediante local Charlie Todd. Su idea era la siguiente: ¿no sería gracioso que alguien se subiera a un tren subterráneo en pleno invierno con gorro, guantes y bufanda, pero sin pantalones?
“Sería inusual en Nueva York, incluso si ves algo en nuestro metro, pero lo que sería realmente divertido es que en la siguiente parada, unos minutos después, cuando se abren las puertas y suben otras personas, no usar pantalones tampoco. “Actúan como si no se conocieran, como si no fuera gran cosa y como si simplemente se hubieran olvidado de ponerse los pantalones”, le dijo Todd a la BBC.
La idea se popularizó y los días sin pantalones tuvieron lugar en todas partes, incluidos Berlín, Praga, Jerusalén, Varsovia y Washington. Londres hizo lo mismo en 2009.
“Es una diversión inofensiva. Mi regla en Nueva York siempre ha sido que el objetivo de este evento es entretener a la gente, hacerla reír. No pretende ser provocativo ni irritar a otros usuarios. Espero que este espíritu continúe”, añadió el Sr. Todd.
Basil Long, abogado, fue uno de los que intentó el experimento por primera vez el domingo. “Vi esto en Internet y pensé: ¿por qué no? Cuando le preguntas a alguien por qué escaló el Everest, siempre responde: ¿por qué no?
Otra participante, Miriam Correa, tenía un objetivo concreto. Esta cocinera de 43 años quiso venir porque había visto fotos de días anteriores sin pantalones donde veíamos a muchas mujeres delgadas y con poca ropa.
“Soy una mujer de verdad. Todos los cuerpos son perfectos”, afirmó, añadiendo que no hay por qué avergonzarse de su figura.
