El primer largometraje de Agnès de Sacy se inspira directamente en su propia historia familiar, explorada en un cortometraje documental, realizado al final de sus estudios cinematográficos en Femis de París. Mientras tanto, la joven ha trabajado principalmente como guionista (Los Almendros por Valeria Bruni-AlemánLa embrujada), pero esta vez ella va detrás de la cámara. Su película, rodada en parte en la región de Perpiñán, está impregnada de una inteligente mezcla de libertad, despreocupación, cálida dulzura y tierna energía. Todo el mérito se debe no sólo a su cuidadoso reparto (François Damiens, Isabelle Carré y la hermosa revelación Claire Duburcq), sino también a su delicada trama, salpicada de encantadores descubrimientos e irrupciones decididamente inesperadas de la realidad.
A través de este trío insólito, el joven director cuestiona el paso del tiempo, la fuerza y la singularidad de los sentimientos, pero también los sentimientos muy diferentes que podemos tener ante un mismo acontecimiento. La cineasta teje su historia con paciencia, al tiempo que observa que una gran diversidad de opiniones no es necesariamente sinónimo de entendimiento imposible entre las personas o expectativas irreconciliables. Siempre, por supuesto, que cada uno encuentre su propio camino.
François Damiens interpreta a un sicario en la película “Les Complices”
De esta búsqueda personal y fundamentalmente universal surge una hermosa película sobre amores complicados, imposibles, evitados y a veces redescubiertos, pero también sobre la bondad y la apertura de espíritu que nos permite superar las pruebas que la vida nos impone y experimentar las relaciones. , ciertamente a veces más caóticas o deterioradas, pero igual de bellas y enriquecedoras. A su vez, la película también arroja luz sobre una nueva manera de convivir cada vez más imprescindible, en la ciudad y en el campo, con o sin la implicación de grandes sentimientos.