Nicole Kidman asume más que nunca su cuerpo y su sexualidad, a sus 57 años. Protagonizada por un thriller muy provocativo, se desnuda para la revista W… Pero los sexistas están fuera.
“Sí, hay sexo, pero es existencial”
Detrás de este remate a medio camino entre Jean-Paul Sartre y Madonna, se esconde la icónica silueta de Nicole Kidman. La actriz inmortalizada por las lentes de Jane Campion, Stanley Kubrick, Alejandro Amenabar y Park Chan-wook está más desatada que nunca con la promoción de su flamante proyecto, una historia erótica abiertamente provocativa y ambigua.
Un thriller muy sulfuroso y ya controvertido, mientras le llueven críticas favorables y premios sobre el que conoció tanto a Gus Van Sant como a Lars Von Trier: dos habitaciones, dos atmósferas. Esta película es la historia de amor muy especial entre una empresaria de cincuenta años y un joven. En la vida real, Harris Dickinson, la pareja en cuestión, tiene 28 años y la actriz 57 años. La rubia hitchcockiana, al igual que sus hermanas Laura Dern, Renée Zellweger y Anne Hathaway, quiere normalizar historias de amor en las que la diferencia de edad no vaya simplemente en dirección al patriarcado.
Pero también, plasmar en imágenes la complejidad de las relaciones, de contenido sadomasoquista, entre dominación y juegos de rol, aunque ello implique exponerse. Mucho. Y cambiar su imagen, en particular su relación con la cirugía. En cuanto a las sorpresas, la estrella asegura una promoción digna de la película: en la portada de la revista W, aparece… con liguero.
Fotos sexys, febriles, desinhibidas en lencería, cubiertas de oscuro blanco y negro… Pero que lamentablemente te despiertan…
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