Jawad Rhalib, del periodismo al cine, el tiempo que haga falta

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La cámara ya no tiene secretos para él, pero la sociedad siempre tendrá sus zonas grises que las imágenes y los textos nunca resaltan lo suficiente. Ésta es la vocación principal de Jawad Rhalib, que hace de su expresión cinematográfica un cuestionamiento permanente de las cuestiones que le son tan cercanas, como observador y actor de su entorno.

Ya desde el siglo XIX, el escritor y crítico francés Jules Janin creía que “el periodismo conduce a todo, siempre que se salga de él”. Esto es lo que mejor define la carrera del cineasta belga-marroquí, que se formó en la práctica audiovisual como documentalista, reportero, presentador del programa “Ecologia” de Al Aoula en Marruecos o incluso director de ficción.

Sensible al lenguaje cinematográfico y a las realidades socioeconómicas y medioambientales a nivel local, encuentra en la escritura pictórica para la gran pantalla un mejor medio de expresión. Fue en esta ocasión que Jawad Rhalib participó en el Festival Internacional de Cine de Marrakech (FIFM 2024). Durante esta 21 edición celebrada del 29 de noviembre al 7 de diciembre en la ciudad ocre presentó su nuevo documental, “Desde que nací”.

25 años de documental en Marruecos y en otros lugares

Con el apoyo de 2M y RTBF, este último largometraje documental de Jawad Rhalib sigue, durante cuatro temporadas a lo largo de un año, el viaje de Zahia, una niña que hoy tiene 13 años. En su remoto pueblo, sueña con continuar sus estudios más allá de la escuela primaria, para convertirse en maestra, bajo la influencia de su propio maestro, al que también vemos en la pantalla.

En “Desde que nací”, la joven colegiala debe afrontar limitaciones tanto sociales como climáticas. Por razones económicas y de infraestructura, muchos padres de su aldea sacan a sus hijas de la escuela una vez terminada la escuela primaria. Se ocupan así del mantenimiento del hogar familiar, o de otros hermanos y hermanas, entonces es necesario un matrimonio precoz.

“En las películas se dice que las niñas sufren violencia doméstica. Seguimos este viaje sin saber qué pasará al final. Lo cierto es que Zahia intenta hacer una revolución amable con su padre, convencerlo de que la deje en el colegio”, explica el director, al día siguiente de la proyección de su largometraje.

Nacido en Meknes, donde obtuvo su bachillerato literario, Jawad Rhalib conoce muy bien las cuestiones relacionadas con la situación de las niñas, más aún en las zonas rurales y en las zonas más afectadas por el cambio climático. Sus numerosos viajes profesionales por las regiones del país le han informado de la magnitud del fenómeno, más allá de las estadísticas que sólo recogen las cifras de las experiencias.

“Justo antes de esta película, hice un largometraje documental llamado ‘Fadma – Incluso las hormigas tienen alas’, donde vi esto también en las regiones del Alto Atlas. Mi trabajo en el programa ‘Ecologia’ para Al Aoula durante años también me permitió descubrir Marruecos en varias facetas”, nos cuenta el cineasta.

Después de estudiar en la Universidad Católica de Louvain-la-Neuve en Bélgica, Jawad Rhalib viaja de ida y vuelta a Marruecos. Colabora con productoras y toca de todo: documentales, ficción, programas de televisión… Todo ello le abre más los ojos a los males de su sociedad: situación de las mujeres y las niñas, naturaleza y medio ambiente.

“Desafortunadamente, estas realidades existen. Continuarán mientras no haya voluntad política y conciencia de la importancia de la educación y la cultura como piedras angulares de nuestro desarrollo y de nuestro desarrollo humano. Un pueblo que no tiene cultura está condenado a desaparecer”.

Jawad Rhalib

Educación a través de la cultura cinematográfica.

También es gracias a la práctica cultural que se han abierto horizontes, para Jawad Rhalib. Durante los años 1980, frecuentó asiduamente el cine Empire de Meknes, donde el cineclub gratuito le presentó grandes películas de autor procedentes de los cuatro rincones del mundo: Francia, Brasil, Italia… Estaba profundamente influido por las obras de François Truffaut. , o incluso Federico Fellini, entre otros.

Como es tradición en los cineclubs de Marruecos, durante los años 1970 y 1980, estas proyecciones no sólo son una oportunidad para que los cinéfilos descubran creaciones de otros territorios, sino que también constituyen un punto de encuentro para intercambios y debates. Jawad Rhalib desarrolla así una sólida cultura cinematográfica, anclada en la realidad y en la sociedad. Con el tiempo, ya sintió “la necesidad de expresar las cosas” y de hacerlo a través de una cámara.

Desde finales de los años 1990, Jawad Rhalib destacó con el documental “En nombre de la coca”, gracias al cual Evo Morales, presidente de Bolivia de 2006 a 2019, reveló la realidad de los cocaleros locales de la región. de Chaparé. En 2000, este trabajo de investigación le valió al director el premio del público en el Festival Internacional de Gran Reportaje y Documentos Informativos (FIGRA). Cuanto más se enfrenta a cosas no dichas, más decidido está a expresarse a través de imágenes.

En 2006, Jawad Rhalib dirigió “El Ejido, la ley del beneficio”, premio al mejor documental en el Fespaco 2008. Luego estrenó “Los condenados del mar” (2013), “El canto de las tortugas” (2016), ” Les Hirondelles de l’amour” (2018), o “Au temps ou les Arabes dansait” (2020), también premiada en Fespaco y en varios festival, antes de producir “La Revolución Rosa”. Paralelamente, se lanzó a la ficción a partir de 2014 con “7 rue de la Folie”, luego “Insoumise”, premio del jurado en el FIFM 2015.

En Marruecos, sus viajes lo enfrentaron con la evidencia de que las cuestiones económicas a menudo tienen implicaciones sociales que es necesario abordar. “Como no sé guardar silencio, sobre todo en lo que respecta a la ecología, mis comentarios no siempre fueron recibidos positivamente. Entonces quería hacer algo donde me dirigiera a todos, sin que nadie me dijera que no me involucrara en cosas que no me conciernen”, nos cuenta.

Al lanzar su programa en el primer canal nacional, Jawad Rhalib se enfrenta esta vez a lo que califica de “censura”. “Una vez terminada la edición, tuvimos que volver a ello y se hizo cada vez más difícil. A partir de ahí no quise limitarme en cuanto a lo que quería decir”, todavía recuerda.

Cuando el periodismo y el cine convergen en la ficción

Combinando el enfoque periodístico con el proceso creativo, Jawad Rhalib ahora se siente en su lugar. Como cineasta, tiene la libertad de navegar entre la realidad y la imaginación, para encontrar las palabras e imágenes adecuadas que correspondan a su sed de expresión. Pero en cada proyecto que emprende, se exige a sí mismo las mismas exigencias en términos de rigor.

“Ya sea para ficción o documental, siempre hay que documentarse, investigar, saber hacer las preguntas adecuadas, comprobar varias veces y con varias fuentes”, afirma Jawad Rhalib, que afirma haber adoptado el mismo enfoque antes de su último largometraje. Titulada “Amal, un espíritu libre” para su estreno en Francia, la obra fue un gran éxito.

“Amal” es la historia de una profesora de secundaria (Lubna Azabal) en Bruselas. Ella empuja a sus alumnos a expresarse libremente, particularmente en temas de género y orientación sexual de algunos de sus compañeros. Al decidir enseñar la poesía árabe de Abou Nouwâs, se enfrentó a un clamor, hasta el punto de sentirse amenazada. Para Jawad Rhalib, abordar cuestiones sociales ancladas esta vez en realidades europeas, en un contexto de tensiones identitarias, fue una forma de poner a prueba el acto de equilibrio.

“Es una creación muy sensible. Por eso era necesario ser muy preciso, no dejar lugar a críticas o incumplimientos para que las personas criticadas en esto puedan reaccionar, de ahí la investigación y la documentación. Esto también es periodismo”.

Jawad Rhalib

El director sigue insistiendo en la importancia de la educación y la cultura, que destaca tanto en el documental como en la ficción, especialmente en esta película. “Crecí con una mente abierta que me educó a aceptar a los demás, a tener una concepción evidente del derecho a ser diferente. Esto es lo que muestro, en ‘Amal’, a través de este poeta árabe que yo mismo estudié, en una escuela pública de Marruecos”, nos cuenta.

Lubna Azabal como Amal / Ph. K-Films

“En el pasado, teníamos clases de educación islámica, clases de literatura árabe, incluida la poesía de Abou Nouwâs, filosofía… En mi opinión, este es el ejemplo mismo del principio de Dîn wa Dunia”, subraya nuevamente el cineasta.

Hoy, el trabajo periodístico ha llevado a Jawad Rhalib al cine, lo que le ha iniciado a explorar aún más temas vinculados a los derechos humanos. A partir de ahora, el director lo convierte en su campo favorito, siempre y cuando todavía queden cuestiones que considere necesarias abordar. “Estoy intentando salir de ahí, te lo aseguro”, bromea.

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