y Bette Midler casi se convierte en Janis Joplin

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Mary Rose Foster (Bette Midler) en “La rosa” (1979), de Mark Rydell. LAS PELÍCULAS PERDIDAS

TCM CINÉMA – JUEVES 20 DE JUNIO A LAS 20:50 – PELÍCULA

Seguimos esperando la biografía filmada de Janis Joplin prometida por Hollywood desde su muerte el 4 de octubre de 1970, a la edad de 27 años. Tal vez haya una razón muy sencilla para esta impotencia: ya ha inspirado una película, La Rosa, de Mark Rydell, en la que Bette Midler interpreta a una cantante sureña, atrapada en la revolución hippie y el mundo del espectáculo, aplastada por la fama y las adicciones.

Esta hermosa película debería haberse llamado “Pearl”, apodo de Janis Joplin (y título de su último álbum). Cuando su familia se negó a concederle los derechos de su biografía, los guionistas se distanciaron sin escrúpulos de la realidad. De ahí este incongruente, pero fructífero, enfrentamiento entre las figuras del melodrama de Hollywood y la cultura rock.

Mary Rose Foster (Bette Midler) está en la cima de su fama. Conmueve multitudes a sus conciertos, vende discos por cientos de miles. En manos de un manager británico obsesionado con la evanescencia de la gloria (Alan Bates), Rose -como la llaman sus adoradores- se ve obligada a trabajar como un infierno. Para sostenerlo, puede, como tiene dinero, como representa a una generación que ya no respeta la ley, recurrir a las sustancias más caras, más ilícitas.

Diva trágica

Sin embargo, sabemos que todo terminará muy mal: empezamos a soñar que Rose escapará de su destino, en brazos de un conductor que podría llevarla a la salvación (Frederic Forrest). Es la maravilla de esta película haber transformado a Bette Midler –una cantante de cabaret, que ya había llevado el artificio a un grado de sofisticación hilarante y estimulante– en una pobrecita que toca blues a todo volumen para seguir con vida.

En 1978, durante el rodaje de La RosaBette Midler es una estrella gracias a espectáculos que transportaron por primera vez a la comunidad gay de Nueva York: durante una visita a un cabaret de travestis que imita a Diana Ross, Barbra Streisand y Mary Rose Foster, una secuencia de la película Rydell se convierte en una especie de reconocimiento de la deuda con estos primeros fans.

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La diva elige atenerse a la realidad, abandonarse a la tragedia de la mujer caída, y Bette Midler es abrumadoramente frágil. Vemos su rostro destrozado cuando es insultada por un cantante de country (Harry Dean Stanton, impecable en la mezquindad) al que ha venido a rendir homenaje. La vemos exultar cuando la multitud sube al escenario para escucharla cantar, durante secuencias de conciertos que parecen casi documentales.

La supervisión musical de Paul A. Rothchild (1935-1995) completa la ilusión de tener que tratar con una auténtica estrella del rock, que cuenta con un repertorio real, del que destaca La Rosauna balada un tanto sencilla que Bette Midler transforma en una elegía a todos aquellos jóvenes que no sobrevivieron al verano del amor.

La Rosa, por Mark Rydell. Con Bette Midler, Alan Bates, Frederic Forrest (UE, 1979, 02:05).

Thomas Sotinel

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