Muerte de la cantante Jodie Devos, el mundo de la ópera llora su cometa coloratura – Libération

Muerte de la cantante Jodie Devos, el mundo de la ópera llora su cometa coloratura – Libération
Muerte de la cantante Jodie Devos, el mundo de la ópera llora su cometa coloratura – Libération
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La soprano belga de una carrera tan breve como rica y de una personalidad grácil y entrañable falleció el domingo 16 de junio a los 35 años, tras luchar contra un devastador cáncer de mama.

Fue una de las voces más bellas y técnicamente sólidas que surgieron en los últimos años. La de una soprano coloratura tan cómoda en el barroco como en el romanticismo francés. Un precioso mozartiano del que sólo podemos elogiar la frescura de la emisión, la igual proyección en todo el registro, el legato nutrido de naturalidad. Jodie Devos amaba tanto el arte como la vida y lo demostró actuando y dando lo mejor de sí hasta el último suspiro, con la pasión y el coraje que la caracterizaban. Murió el domingo 16 de junio a la edad de 35 años, tras un devastador cáncer de mama.

Nacida el 10 de octubre de 1988 en Libramont, en la Bélgica valona, ​​creció en la naturaleza en Lahérie, donde su padre criaba patos. Hasta aquí la franqueza terrenal de su personalidad. En cuanto a la gracia física, surgió del aprendizaje de la danza, que precedió al aprendizaje del piano y del canto. Con un máster en la prestigiosa Royal Academy of Music de Londres y un accésit en el prestigioso Concurso Queen Elisabeth -aunque el público le había concedido el suyo, el del corazón-, hace tiempo que se propuso conquistar el planeta lírico .Apenas diez años.

Sus graves sólidos, sus medios afrutados y carnosos, sus agudos ardientes

Desde las Chorégies d’Orange hasta la Ópera de París, pasando por la Opéra-Comique, el Capitole de Toulouse y el Théâtre des Champs-Elysées, el público francés la adoptó, sin reservas, como Adèle en el murciélago de Johann Strauss II, como Alicia y la condesa Adela de Conde Ory de Rossini, como Reina de la Noche en La flauta magica de Mozart, como Sor Constanza de Diálogos de los carmelitas de Poulenc, o incluso en el Olympia des Los cuentos de Hoffmann de Offenbach. Paralelamente, había grabado varios discos para el sello Alpha Classics que reflejaban la amplitud de su paleta, desde Stabat Mater de Pergolèse en homenaje a su compatriota Marie Cabel, creadora, entre otros, del joya perdida por Adolphe Adam, en el París del siglo XIX.

Si nos plegamos a la originalidad de sus propuestas, imaginadas con la complicidad de los musicólogos del Palazzetto Bru Zane de Venecia, es su interpretación ideal de “Vorrei Spiegarvi, Oh Dio” en Cosi Fan Tutte de Mozart que pensamos, el domingo, en el anuncio de su muerte. Ahora echaremos mucho de menos sus graves sólidos, sus medios afrutados y carnosos, sus agudos ardientes y radiantes en flexibilidad.

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