Desaparición
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En los años 80, Farid Chenoune formaba parte de un pequeño grupo de editores de “Libération” para quienes una prenda de vestir podía leerse y escribirse como un libro abierto. Murió el 8 de noviembre tras un cáncer devastador.
El estilo es el hombre. Y Farid Chenoune tenía estilo. Un chico muy guapo, que rondaba los treinta años cuando se incorporó. Liberación a mediados de los 80, una morena alta, físicamente prominente, y sobre todo adornada con una elegancia sartorial que respondía al ideal del dandy parisino. Es decir más tweed que denim con unos toques de modernidad. Su aparición en el local del periódico causó sensación a este respecto, ya que el código de vestimenta masculino dominante, salvo raras excepciones, estaba más bien adscrito al j’m’enfoutisme. “¿Pero quién es este tipo peculiar?” murmuramos a su paso.
Este “chico”, fallecido el 8 de noviembre a causa de un cáncer devastador, nació en 1949 en Montmorency (Val-d’Oise) en el seno de una modesta familia de clase media de Cabilia. Su padre Hocine desempeñaba algunos trabajos administrativos y su madre Suzanne Marchellier era una hermosa rubia de ojos azules de Lemosín que trabajaba como actriz de teatro y cine. Lo que hizo decir a Farid Chenoune que era mestizo, “aunque no se note”, aclaró con un atisbo de sonrisa, no siendo el humor la menor de sus cualidades.
Al igual que su padre, de quien, según dijo, estaba impulsado por una verdadera pasión por la integración, emprendió brillantes estudios que lo llevaron a la agregación de letras modernas en 1984.