con Bruno Podalydès, el crucero se divierte

-
>>

Franck (Daniel Auteuil), Jocelyn (Bruno Podalydès) y Justine (Sandrine Kiberlain) en “La Petite Vadrouille”, de Bruno Podalydès. DISTRIBUCIÓN CGU

LA OPINIÓN DEL “MUNDO” – DEBE VER

Para Bruno Podalydès, hacer cine significa ver envejecer a su compañía: Isabelle Candelier, Florence Muller, Denis Podalydès, Jean-Noël Brouté. Este primer placer es la fuente de La pequeña fregonavariación colectiva de su magnífico como un avión (2015), donde el actor y director se embarca en solitario en un crucero por el río. La ficción quedó así abierta a los cuatro vientos, ofrecida a todas las posibilidades. El mismo principio aquí, donde el flujo del agua y el flujo de la ficción se vuelven uno.

Justine (Sandrine Kiberlain), una dinámica ejecutiva, recibe el encargo de Franck (Daniel Auteuil), su jefe, de una misión un tanto delicada: le entrega la considerable suma de 14.000 euros para planificar un fin de semana romántico que le permita conquistar a una mujer que codicia. Justine ve esto como una oportunidad perfecta para sacar a su pareja y a sus amigos de sus problemas económicos: juntos organizan una modesta excursión por el río a bordo. La Penichette, con la idea de extraer la mayor cantidad de dinero posible del inversor rico y embolsarse al menos la mitad del sobre. Pero esto significó contar sin descubrimiento, el día del embarque: la misteriosa mujer a conquistar no es otra que Justine, que debe aceptar la escapada y dejarse coquetear por su jefe, bajo la mirada de Albin (Denis Podalydès), su marido celoso y un grupo de manos rotas que intentan robarle los bolsillos al jefe.

Reunirse con amigos

Hay en La pequeña fregona la feliz impresión de que Bruno Podalydès, después de un viaje a la sátira sociológica, reconecta con la amistad, la infancia, la ficción con trozos de hilo, el rodaje como una forma de concertar una cita con los amigos. Aquí se trata tanto de una película de atracos en el agua como de un frágil teatro donde se representa una especie de vodevil un tanto desordenado: el marido que vigila a su mujer, su mujer que tiene que dejar que suceda, el capitán TOC y su grumete (el el caricaturesco Dimitri Doré), el torpe azafato, el encargado de la esclusa y sus grandes propinas, sin olvidar a la pareja local que, en cada parada y siempre con identidades diferentes, vende sus especialidades locales a precios elevados. Todos son como niños que intentan hacerse pasar por adultos ante la mirada de Franck. Daniel Auteuil, recién llegado a este universo, está allí como un novato en su examen de aprobación, espectador y víctima del truco.

Hay que decir aquí que La pequeña fregona deja un sentimiento compartido. Vemos a Podalydès haciendo lo que mejor sabe hacer, este humor geométrico tejido con gags visuales y detalles poéticos, este mundo de la infancia interpretado por adultos. Y, al mismo tiempo, el truco de magia aquí tiene algo de artificial, de oxidado. Éste es a la vez el tema de la película y su problema: todo el mundo finge y la magia sólo ocurre en raras ocasiones. En detalles, ideas, algunas escenas, pero que nunca logran encontrar su unidad, ni esa pureza emocional que, sin previo aviso, como un avión. De ahí esta tensión, este juego de fuerzas contradictorias entre una pequeña compañía que envejece ante nuestros ojos y un mecanismo ficticio que intenta reinvocar la infancia de un arte podalidesco, sin conseguirlo del todo.

Te queda un 3,54% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.

-

PREV ¿El papel de Kate Middleton cambió para siempre en la familia real? Su recuperación puede que no cambie nada…
NEXT Andrea Novicov, apasionado del teatro, se ha marchado