Porque este es el servicio que ofrece Anthony Barreau, creador de una agencia de sicarios a los que prefiere llamar, como en el cine o en el audiovisual, “talento”. Dependiendo del contrato y de la persona a ejecutar, proporciona estranguladores, francotiradores, especialistas en falsos accidentes domésticos, maníacos de cuchillos que tienen en común ser los mejores en su “arte”, entre muchas comillas. Anthony descubre en un campo de tiro a una joven excepcional, Alba, una ex campeona de biatlón que sabe manejar un arma de fuego a la perfección. Es absolutamente necesario que se una a la Agencia, es un talento potencial.
Aquí está ahora la septuagenaria Teresa. Desde hace 40 años dirige una agencia de otro tipo, en este caso matrimonial, y en la era de las solicitudes de citas está al borde de la quiebra. Tiene un pequeño derrame cerebral, se recupera bastante bien pero su familia quiere enviarla a una residencia de ancianos. Decide escapar de París y lo hará, por pura coincidencia, con Anthony, que ha estropeado un contrato y también debe despejar el rastro.
Las aventuras de la abuela y del joven asesino son divertidísimas, al igual que los perfiles de los “talentos” de la agencia cuyos currículums descubrimos a lo largo de las páginas. Sólo una cosa lamento: ¡nos gustaría 200 páginas más! El agente de Pascale Dietrich es una publicación de Liana Lévy.