¿Se sabe que este combustible B100 es mucho menos contaminante que el diésel?

¿Se sabe que este combustible B100 es mucho menos contaminante que el diésel?
¿Se sabe que este combustible B100 es mucho menos contaminante que el diésel?
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Probablemente ya hayas seguido un viejo camión diésel que desprende un olor desagradable que te satura la garganta y la nariz. Si bien una ola de frío azotó gran parte del país, esta sensación irrespirable aumentó a medida que aumentaban las concentraciones de partículas finas. En un aire ya contaminado, los humos resultan especialmente difíciles de soportar. Este miércoles, la calidad del aire se ha degradado significativamente en la gran mitad norte de Francia y podría seguir así durante varios días más. ¿De quién es la culpa? Especialmente para incendios de chimeneas y vehículos diésel. Un fenómeno que provocaría no menos de 40.000 muertes prematuras cada año en Francia, especialmente en las grandes ciudades. ¿Pero entonces qué hacer?

Particularmente preocupadas por sus emisiones, las empresas de transporte intentan por todos los medios ecologizar su flota. Existe la solución eléctrica, que resulta especialmente eficaz para trayectos cortos. Pero la inversión es colosal y presenta importantes limitaciones, especialmente para las empresas de transporte. Por eso, algunos están avanzando hacia un “nuevo” combustible más ecológico pero poco conocido: el B100.

“Es lo mismo, excepto que no huele nada”

Autorizado desde 2018 en Francia, este combustible 100% vegetal está compuesto de aceite de colza y hace gala de sus argumentos: es renovable, su huella de carbono es un 60% menor que la del diésel y emite un 80% menos de partículas finas. Atractivo pero aún confidencial. Y especialmente reservado para flotas empresariales.

El grupo Episaveurs ha apostado por un biocombustible 100% vegetal a base de colza con el objetivo de reducir su huella de carbono.– C. Allain/20 Minutos

“Francamente, es como conducir un diésel, es lo mismo. Excepto que no huele nada. » Dominique es responsable de los conductores de la empresa Episaveurs en Rennes. Entidad del grupo Pomona, entrega diariamente productos alimentarios y de higiene a comedores, hospitales, guarderías, prisiones, etc. Nada menos que 34.000 toneladas de alimentos en Bretaña, Países del Loira y Baja. -Normandía el año pasado. Todo ello con una decena de camiones, todos propulsados ​​por diésel.

“El combustible representa el 63% de nuestra huella de carbono”, admite Kristell Michel. Con sus equipos, la directora regional de Episaveurs tomó la decisión de actualizar toda su flota al famoso B100. Este biocombustible, 100% de origen francés, debería permitirle reducir su huella de carbono en un 60% y sus emisiones de partículas finas en un 80%.

El gas, demasiado complicado de adoptar

La idea surgió hace varios años, cuando la metrópoli de Rennes reunió a los transportistas para establecer una “carta de logística urbana sostenible”. “Estudiamos todas las posibilidades. En el caso de los eléctricos, nos topamos con un problema de autonomía. Ya hemos tenido un percance”, desliza Pierre Lefèvre, sonriendo. ¿Y la gasolina? El gerente de compras de Pomona prefiere no hacerlo. “Cada vez hay menos estaciones de carga y los costes son mucho más difíciles de controlar. Incluso si elegimos el biogás, seguimos indexados al precio de compra del GNC (gas natural para vehículos)”.

Para pasarse al biocombustible, su empresa no tuvo que formar a sus conductores, sino que tuvo que equiparse con un tanque que recibe la mezcla de colza. En cuanto a los vehículos, los proporciona la empresa de alquiler Petit Forestier. “El biocombustible sigue teniendo una cuota de mercado bastante baja porque no es muy conocido. Pero vemos que empieza a consolidarse”, asegura Laura Etienne, directora regional de la empresa Petit Forestier.

Si los biocombustibles empiezan a ser conocidos es también gracias al poderoso lobby llevado a cabo por el grupo Avril. Con sede en Bruz, cerca de Rennes, esta multinacional posee varias marcas muy conocidas por el gran público, como Lesieur, Isio 4 y Puget. A su cabeza, Arnaud Rousseau, jefe de la poderosa FNSEA. Obviamente, el jefe presionó todo lo que pudo para que sus aceites vegetales pudieran usarse como combustible. “Evidentemente, pesaba especialmente para que se mantuviera en Crit’Air 1”, recuerda Pierre Lefèvre. En 2022, esta clasificación fue concedida por Emmanuel Macron, que luego fue desautorizada por el Consejo de Estado, que fue incautada por las distribuidoras de gas natural vehicular. Una verdadera guerra económica, en un contexto de huella ecológica.

¿Debería plantarse colza en toda Francia?

Esta elección del combustible B100 tendrá, sin embargo, dos consecuencias importantes. En primer lugar, un coste adicional, del orden del “5 al 7% en concepto de combustible y alquiler de camiones”, según el director regional de Episaveurs. Pero también sobre la agricultura francesa. Con el crecimiento de este biocombustible, ¿está nuestro país destinado a convertirse en un enorme campo de colza? “Es una alternativa interesante, particularmente en términos de emisiones de carbono. Pero debemos encontrar un equilibrio justo entre la producción de petróleo para alimentarnos o para hacer funcionar los camiones”, señala la red Initiative Bio Bretagne. Si quisiéramos sustituir el diésel por el B100, tendríamos que plantar millones de hectáreas de colza en nuestro país. En Brasil, la selva amazónica fue diezmada para permitir la plantación de aceite de palma o caña de azúcar para producir combustible “más limpio”. Un disparate ecológico que Francia quiere evitar a toda costa.

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