A la diferencia entre Riad, Ammán o Bagdad, Beirut no tomó la pronta iniciativa de enviar de delegación oficial en Siria desde la llegada del nuevo hombre fuerte de Damasco, Ahmed Al-Charaa, procedente de las filas de los poderosos rebeldes islamistas de Hayat Tahrir Al-Sham que derrocaron el régimen de Bashar Al-Assad el 8 de diciembre.
El Líbano tiene algunas excusas. La agitación política en Siria se produjo cuando él tenía otras prioridades: después de dos meses de guerra, una frágil tregua entre Hezbollah e Israel acababa de entrar en vigor el 27 de noviembre de 2024, día que marca el inicio de la ofensiva que llevó a la caída del régimen sirio. Reinaba un vacío institucional, con un gobierno encargado de la actualidad desde la primavera de 2022 y la ausencia de un presidente hasta la elección, el jueves 9 de enero, del jefe del ejército, Joseph Aoun.
Para sus contactos con su vecino sirio, Beirut hasta la fecha se había contentado con centrales telefónicas. Siria tuvo que adoptar restricciones a la entrada de libaneses en su territorio con motivo de la visita a Damasco del primer ministro libanés saliente, Najib Mikati, que se organizará el sábado 11 de enero.
Pero otras razones explican la desgana libanesa. En primer lugar, una percepción muy contrastante de los acontecimientos en el país: el derrocamiento de Bashar Al-Assad fue recibido con alegría por algunos libaneses y con miedo por otros. Quienes lo acogen con satisfacción ven en esta caída una liberación de los sirios y una venganza por la tutela que Siria impuso al Líbano. El ejército sirio ocupó el país durante veintinueve años (1976-2005).
El régimen de Al-Assad fue el árbitro de la posguerra libanesa, en los años 1990 y principios de los 2000. Los ansiosos, por su parte, expresaron su preocupación por la llegada de los islamistas al poder y ante una potencial nueva ola de desestabilización de Siria. Todo el mundo sabe que el cambio tendrá consecuencias en el País de los Cedros: los destinos de los dos vecinos están estrechamente unidos por la historia, los intercambios económicos, la proximidad familiar y las poblaciones multicomunitarias.
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