En la industria del automóvil, la recuperación es a menudo tan rápida como espectacular, y Renault ofrece un nuevo ejemplo de ello. El fabricante a la deriva, tras sufrir una pérdida histórica de 8.000 millones de euros en 2020, muy afectado por la pérdida del mercado ruso que representaba el 18% de sus ventas mundiales y por el divorcio con su socio histórico Nissan, se presenta hoy como un grupo rentable. con un envidiable margen operativo del 7,5%.
Renault ya no se limita a los coches pequeños y polivalentes que deben venderse para garantizar su distribución. Los títulos consecutivos de Coche del Año en Europa ganados por el Scénic en 2024 y el R5 en 2025, dos modelos eléctricos, confirman que la firma ha vuelto a lo que hace que una marca tenga éxito: coches que cumplen con las exigencias del mercado, pero que también saben cómo hacer que la gente lo quiera.
Pionero en vehículos eléctricos con el Zoé, Renault no había podido ampliar su gama cuando el mercado empezaba a despegar. La brecha se cubrió gracias a modelos basados en una plataforma específicamente pensada para “potencias”. Este enfoque ciertamente le hizo perder tiempo respecto a Stellantis (Peugeot, Citroën, Fiat), fiel a las bases técnicas multienergía, pero le permitió ofrecer modelos más ligeros, eficientes y modernos.
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