Él era el rey… de la perseverancia.
Si unos fueran más graciosos y otros más quirúrgicos en sus intercambios, “Rafa” habrá marcado el tenis (y el deporte en general) con su fuerza, su abnegación y su determinación. Un característico furor por ganar que le convertía en un jugador con muchas ganas de luchar en cada intercambio, como si fuera el último. “Juego cada punto como si mi vida dependiera de ello.“, confirmó. Dominado o no, favorito o no, abordó cada uno de sus encuentros de la misma manera.
Golpeado por numerosas lesiones, se perdió once Majors durante su carrera, pero siempre mostró tenacidad para volver al más alto nivel y volver a ganar, incluso cuando el pie le dolía terriblemente. Víctima del síndrome de Müller-Weiss (rara patología que impide la irrigación normal de un hueso situado en el esqueleto del pie), siempre jugaba con dolores recurrentes. En 2021, cuando finalizó su temporada publicando una foto suya con muletas, todos se preguntaron si el hombre que resistió todo se recuperaría de este nuevo calvario. Y la respuesta no tardó en llegar… En Melbourne, en enero de 2022, ganó su segundo título australiano tras remontar dos sets y un break en la final contra Daniil Medvedev. Insumergible. Él nunca se rindió, nunca se rindió. También es lo que lo convierte en uno de los mejores jugadores de la historia. Unos meses más tarde, con el pie anestesiado, consiguió su decimocuarto título en Roland-Garros. Una prueba más de su determinación de aspirar únicamente a la perfección.
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