Este artículo fue traducido automáticamente de HIBAPRESS, la versión árabe:
Prensa Heba – Muhammad Zariyouh
La ciudad de Nador, una de las principales ciudades y puerta de entrada a Aruba, vive una trágica realidad deportiva que refleja un gran abandono de la infraestructura necesaria para el desarrollo del deporte.
Esta realidad no se limita a la falta de equipamiento o al desinterés de los funcionarios, sino que se extiende a amenazar la seguridad de los jugadores y obstaculizar el progreso de los equipos locales que representan a la ciudad en las competiciones nacionales.
En un escenario ya conocido, el equipo de fútbol Hilal Nador se ve obligado a entrenar en un campo de tierra batida no preparado junto al estadio municipal, que a menudo no está disponible debido a la ampliación del calendario de partidos de otras categorías.
Este campo no cumple con las normas de seguridad más elementales, porque adolece de desigualdades y de falta de equipamiento que permita desarrollar el rendimiento deportivo. Los jugadores que hacen todo lo posible para prepararse para los partidos se encuentran rodeados de condiciones que amenazan su salud y obstaculizan su desarrollo.
Lo que empeora la situación es la falta de iluminación en el estadio municipal, lo que hace casi imposible los entrenamientos y partidos nocturnos.
Esta falta de equipamiento refleja una negligencia persistente por parte de las autoridades responsables, ya sea a nivel local o nacional, y el deporte en Nador se ha convertido en la última prioridad de los funcionarios.
Esta miserable situación plantea interrogantes sobre la falta de justicia espacial en Marruecos. Mientras que las grandes ciudades ven enormes inversiones en infraestructura deportiva, ciudades como Nador sufren una marginación que afecta a varios sectores.
A pesar de la ubicación geográfica estratégica de Nador y de su importante papel como vínculo entre Marruecos y Europa, todavía experimenta condiciones de desarrollo inestables, que hacen del deporte un sector más olvidado.
El problema no es nuevo. Las promesas oficiales de construir un estadio deportivo acorde con el tamaño de la ciudad y las aspiraciones de su juventud se remontan a muchos años. Durante el gobierno de Abdelilah Benkirane, el ex ministro de Juventud y Deportes, Mohamed Ouzin, anunció la asignación de un enorme presupuesto para construir un gran estadio deportivo en Nador. Estas promesas despertaron entonces grandes esperanzas entre los habitantes, pero no se materializaron en el terreno, quedando en tinta sobre papel, sumándose a una larga serie de decepciones sufridas por los habitantes de la ciudad.
La falta de infraestructura deportiva no sólo afecta a los deportes locales, sino que refleja un cuadro más profundo de la marginación que sufre Nador. Otros sectores vitales como la salud, la educación y las infraestructuras públicas se encuentran en una situación similar, lo que lleva a muchos jóvenes a buscar horizontes más amplios fuera de su ciudad, ya sea migrando a otras ciudades de Marruecos o Europa.
El deporte en Nador no se limita a ser un medio de entretenimiento o diversión, sino que constituye un elemento imprescindible en la vida de los jóvenes y un motivo de orgullo para la ciudad. Sin embargo, el continuo abandono amenaza con la extinción de este sector vital. Los equipos locales como Hilal Nador, que llevan el nombre de la ciudad en las competiciones nacionales, necesitan un apoyo real, ya sea mediante la provisión de estadios preparados o mediante financiación que les ayude a lograr hazañas que restablezcan el estatus deportivo de Nador.
La comunidad local y las personas interesadas en el negocio deportivo en Nador exigen una acción rápida para salvar la situación. Las soluciones no son imposibles, pero requieren voluntad política real y una visión estratégica encaminada a lograr la justicia espacial. La ciudad de Nador, con sus recursos naturales y humanos, merece ser un modelo de desarrollo equilibrado, en lugar de seguir siendo testigo del abandono y el abandono.
Mientras esperamos el cambio, la pregunta sigue siendo: ¿cuándo se darán cuenta los responsables de que el deporte no es un lujo, sino una inversión en las personas y la sociedad? La respuesta a esta pregunta puede determinar el futuro de una ciudad entera y de su juventud ambiciosa, ante una realidad que se vuelve cada día más oscura.