Un fotógrafo suizo afincado en Los Ángeles inmortaliza su pueblo alpino – rts.ch

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Desde hace 30 años, Verner Soler, fotógrafo suizo afincado en Los Ángeles, regresa periódicamente a Vrin, en los Grisones, para inmortalizar la vida cotidiana en el pequeño pueblo de montaña donde creció.

Verner Soler emigró a Estados Unidos hace más de 30 años y allí construyó su vida junto a su familia. Trabaja como director creativo en la agencia de publicidad Saatchi & Saatchi, donde crea campañas para marcas como Toyota.

Pero sólo en Vrin, un pueblo de montaña de los Grisones, en el valle de Lumenzia, se siente realmente como en casa. Según él: “la casa es el vínculo con las personas y la tierra”. Su deseo de mantener un vínculo con su tierra natal y su “schar increscher” (nostalgia en romanche) lo empujaron a escribir “Vrin – Flüchtige Heimat”: una colección de fotografías y textos en alemán, inglés y romanche que da una idea de la vida y Cambios en el pueblo de montaña de los Grisones.

Trabaja en una granja en Vrin, en el cantón de Graubünden. [Verner Soler]

Buscando respuestas

Inicialmente, Verner Soler no tenía previsto establecerse en Estados Unidos. Se formó como profesor y enseñó en Vrin durante seis meses. “Pero ya durante mi formación sabía que esta profesión no estaba hecha para mí”, explica. Bastante tímido y sensible desde pequeño, también tiene un fuerte apego al pueblo de los Grisones. Sólo cuando decidió no ser profesor comprendió que tenía que abrirse al mundo.

Su interés surgió cuando descubrió la psicología durante sus estudios. “Rápidamente me di cuenta de que las respuestas a mis preguntas estaban ahí en alguna parte”. Verner Soler se interesó entonces mucho por el tema y descubrió una opción terapéutica en Los Ángeles a mediados de los años 80. Luego tuvo “la oportunidad de ganar una tarjeta verde en la lotería de la época”.

Sus padres y amigos cercanos conocían esta terapia. Pero el resto de su séquito pensó que se había ido a Estados Unidos “para aprender inglés y tal vez estudiar psicología”. En aquella época, la salud mental estaba estigmatizada. “Hace sólo diez años que empecé a hablar abiertamente de mi terapia”, admite.

Vrin grabado en el corazón.

Verner Soler, que ahora tiene 56 años, descubrió su pasión por la fotografía durante su formación como docente. Recibió su primera cámara de un amigo que ya no la necesitaba y reunió el dinero para comprar su primera película. “Para mí, la fotografía siempre ha sido mi arte, donde podía hacer lo que quisiera”, admite.

Giusep era quesero en Alp Ramosa. [Verner Soler]

“El hogar a través de la lente de un emigrante” es una colección de fotografías que documentan meticulosa y sensiblemente la vida y los cambios en el pueblo de montaña de Graubünden durante los últimos 30 años, al tiempo que aportan un toque de nostalgia y melancolía a través de tomas panorámicas. “Es mi forma de luchar contra la nostalgia y de mantener un vínculo con el pueblo y la familia”, explica el fotógrafo.

Una instantánea de la cocina: el padre de Verner Soler le corta el pelo a su tío. [Verner Soler]

Sus retratos no están posados. Verner Soler se sentó con la gente en sus casas y los visitó en sus lugares de trabajo. Estaban hablando de viejos tiempos y, en el momento justo, tomó una foto. “Esos momentos fueron muy íntimos y personales. La gente todavía me veía como alguien de Vrin. Fue un sentimiento importante”, explica.

Vete para volver mejor.

Las fotografías de la gente, las tradiciones y las situaciones cotidianas de Vrin constituyen la mayor parte de la colección de fotografías, pero también cobra vida gracias a las leyendas y textos que el fotógrafo escribió en inglés, alemán y romanche. Según el editor, este es el primer libro en romanche que aparece en el mercado editorial estadounidense.

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Sólo en Estados Unidos comprendió el fotógrafo: “Nuestra historia es tan importante como todas las historias de Hollywood. Y para mí es aún más importante”. Con este libro, Verner Soler quiere transmitir algo de Vrin al mundo entero.

“Una semana a principios de verano y luego no sentirás nada”, respondió el padre de Verner Soler cuando le preguntaron si no le dolían los pies. [Verner Soler]

Para el fotógrafo, lo que importa son los detalles. Por ejemplo, su padre, que desde que se jubiló viaja casi exclusivamente descalzo en verano –o con sus gastados zuecos de los años 80– o la montaña Tgiern Vanescha, que fotografía cada año en la misma época. A partir de estas imágenes puede sacar conclusiones sobre el tiempo y el trabajo de los agricultores durante el año en cuestión. Admite: “Tuve que irme para volver emocionalmente”.

Claire Micallef (SWI)

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