Lo esencial
Desde sus notables comienzos en el mundo del grafiti en Toulouse hace treinta años, Fafi ha recorrido un largo camino. Ha desarrollado una carrera artística con sus Fafinettes, personajes femeninos emblemáticos, ha tocado muchas formas de expresión, ha compartido la vida de DJ Mehdi, a quien Arte acaba de dedicar un documental de gran éxito. Y todavía tiene muchos proyectos por delante. Entrevista.
La Dépêche du Midi: ¿Qué opinas de la serie documental Arte dedicada a DJ Mehdi, tu marido?
Fafi: Estoy encantado con el éxito que ha tenido este documental, tanto entre sus colegas como entre los espectadores. La gente que me habla de él lo considera un documental positivo que pone el tema en el centro de la atención. Está entusiasmado con Mehdi. Conozco muy bien a Thibaut (de Longeville, el director, nota del editor). Una semana después de la muerte de Mehdi, empezó a hablar de ello. Era demasiado pronto, evidentemente. Pero consiguió llevar el tema más allá, con un aspecto social. Consigue integrarlo en un contexto social y explicar cómo Mehdi pudo pasar del mundo del rap al del electro, en su evolución natural como artista. Mehdi era tan curioso que podría haber probado todos los estilos musicales.
¿Este documental te reveló cosas que no sabías?
Descubrí el humor de Mafia K’1 Fry (el grupo de hip-hop del que formaba parte Mehdi, nota del editor). Estos raperos me parecieron muy carismáticos, muy divertidos. En realidad no los conocía, ya que formaba parte del otro “universo” de Mehdi. El trabajo de edición es absolutamente fabuloso.
Pasé siete años con Mehdi, tuvimos un hijo juntos, así que conocía bien la curiosidad natural que lo caracteriza. Por cierto, yo tengo la misma curiosidad: hago juguetes, exposiciones, cómics, ropa, juguetes de diseño. Éramos artistas que podíamos elegir de aquí para allá, no rechazábamos nada, no teníamos límites.
¿En qué andas? ¿Cuáles son tus novedades artísticas?
Vivo en Biarritz desde hace cuatro años. Quería irme de París porque sentía que ya había visto todo lo que había que ver. Estaré presente en la DesignerCon de Las Vegas (una convención de arte y diseño) del 15 al 17 de noviembre. Estaré allí con Medicom Toy, una empresa japonesa que inventó BE@RBRICK, figuras coleccionables con forma de osito.
También presentaré en esta ocasión un nuevo “juguete de diseño”, se trata de una escultura original de Fafinette, llamada Violette, de la que se publicarán 1000 ejemplares. También voy allí para hacer retratos, vender grabados, etc. Allí se reúnen todas las personas creativas, es muy interesante.
¿Cuales son tus otros proyectos?
También expondré en Tokio, en la galería Hidari Zingaro, a la que Aya Takano me ha invitado en compañía de otros artistas. Presentaré “cut outs”, Fafinettes pintadas, impresas en placas XPS y recortadas. Últimamente he hecho retratos, durante viajes a Tokio, Nueva York, Los Ángeles o Hawai. Me encuentro con fans de Fafinettes en lugares que he elegido y pinto acuarelas. Es un verdadero encuentro. Hay gente que me sigue desde hace treinta años. También estoy trabajando en la segunda parte de mi tira cómica, “Le Carmine Vault”.
En lo personal, acabo de mudarme con mi hijo (Neil Faveris-Essadi, que tuvo con Mehdi) a París. Cumplirá 19 años y está despegando. Es un chico que parece estar a gusto consigo mismo. Hace música y fotografía, es productor y DJ. Estoy segura de que dará que hablar, lo sigo muy de cerca.
Tu carrera empezó en las calles de Toulouse. ¿Qué te motiva?
Variedad de medios, diversidad. Siempre he probado muchas cosas para no aburrirme. He hecho vídeos musicales, animación, 3D, he creado mi mundo. Lo más difícil es perdurar, seguir teniendo ideas. No estar demasiado desfasado de la realidad, también, seguir teniendo cosas que decir.
Hay una homogeneidad en tu obra, aunque varíes las formas de expresión.
Sí, por supuesto. Incluso cuando pinto en la calle, firmo, pero la gente me reconoce.
¿Sigues pintando en la calle?
Sí, la verdad es que tengo que hacer más, pero en Biarritz las calles están tan limpias. He encontrado una forma de expresarme: pinto sobre cuadros eléctricos. Me recuerda a cuando alguien me robó uno sobre el que pinté en Toulouse, en 2019. Siempre es un placer lograr hacer algo de calidad en un período de tiempo muy corto (10 minutos como máximo). Es una descarga de adrenalina. Desde pequeña me atrae lo prohibido.
¿Han cambiado tus Fafinettes en treinta años?
Al principio eran muy seductoras con los hombres, con pequeños moños, un poco cursis. Luego evolucionaron. Siempre avanzan, están en movimiento. Pero tienen ropa estropeada, camisetas agujereadas. Están un poco alteradas por la vida.
¿Qué vínculos mantiene usted con Toulouse?
Allí sigo teniendo las mismas amigas, mujeres que conozco desde hace treinta años. Hacemos trabajos diferentes, pero seguimos muy unidas. Es mi grupo de mujeres seguras, como dicen los jóvenes. No mantengo ninguna relación con la escena del grafiti, la sigo desde lejos.