François Vinot

François Vinot
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Equinoccio

Las fotografías de François Vinot no cuentan una historia, ofrecen todas las historias posibles. Sin libreto y en un ambiente minimalista, una coreografía contemporánea y eterna se despliega ante nuestros ojos. La voluptuosidad de los materiales, la exaltación de los colores, la sensualidad del maquillaje y del cabello, la piel aterciopelada, la riqueza visual de las prendas (y uno estaría tentado de decir trajes escénicos, ya que parecen haber sido creados para este fugaz momento) nos invitan a construir nosotros mismos la historia. La perfección e intensidad de la captura del equinoccio, el sentido y la glotonería de belleza y vida que la motivaron, el misterio indisipado de las zonas oscuras, la duda que las perspectivas infunden sobre la realidad, tan lejana que congela nuestra visión, abandonan el campo. de nuestra imaginación maravillosamente abierta. Intrigados, deslumbrados, fascinados, todos los sentidos convocados, quedamos encantados.
Podríamos estar acurrucados, por la noche, en el aire cálido de un teatro, el telón semiopaco habría caído dejando al descubierto sólo un esbozo de la decoración, sería una producción contemporánea de No bromeamos con el amor y Perdican cruzaría el proscenio de derecha a izquierda diciendo Encuéntrate en la Fuente Pequeña, ¿qué significa eso? ¿Tanta frialdad y una cita encima de todo? … ¿Por qué elegir un lugar así? ¿Es esto coquetería?
Podríamos haber regresado incansablemente a este mismo teatro para ver a los bailarines de Jean-Claude Gallotta irrigar el escenario con sus gestos lúdicos y sensuales. Singularidad de los cuerpos de cada intérprete, entradas, salidas, pasos de conjunto, solistas, dúos, marchas, arabescos…
Podríamos estar en la oscuridad de una iglesia napolitana frente a un cuadro de Caravaggio y su galería de rostros de la calle emergiendo en un claroscuro barroco.
La mano en una visera o la vista protegida por gafas, solitarias o gemelas, hieráticas o sueltas, aisladas por sus aurículas o conquistadoras, prisioneras o no de sus códigos de vestimenta, jóvenes o menos jóvenes, libres o decididas, exponiéndose o protegiéndose, pareciendo ganar impulso o desacelerarse, o todo esto al mismo tiempo, cruzan el escenario. ¿Se encontrarán, se cruzarán, se mirarán, se ignorarán, huirán el uno del otro, se darán la espalda para siempre? ¿Están dando vueltas en círculos? ¿Volverán al otro lado? ¿Están jugando un juego?
Pasan por la vida, pasan por nuestras vidas. Y la travesía nunca termina.

Isabelle Orloff

“En los ojos de las personas, en su andar balanceándose, martillando o arrastrando los pies… en todo eso estaba lo que ella amaba: la vida”

Virginia Woolf. Sra. Dalloway

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