El último partido de la primera fase del campeonato regional masculino de voleibol se jugó este viernes en Mâcon para los voleibolistas de la zona minera. A mitad de camino, los resultados son hambrientos para los protegidos del seleccionador Nico Verrier, que sólo han ganado una vez en un grupo difícil en el que desempeñan más bien el papel de sparrings destinados a absorber los golpes. El encuentro contra los jóvenes jugadores de la prefectura fue motivo de motivación pero lamentablemente aún no ha permitido poner fin a la racha negra.
El partido, sin embargo, empezó idealmente para el ASPM, que tomó el partido solo y capitalizó los puntos con bastante facilidad gracias a una nueva eficacia tanto en defensa, como en bloqueo y en ataque (25-20). Una gran primicia para los jugadores y para el entrenador que ve la evolución de su grupo pero sabe que en el voleibol, como en la vida, nunca se adquiere nada. Mâcon aumentará rápidamente su nivel de juego mientras los Montcellians se dejan conquistar por sus viejos demonios, sufriendo una vez más una mala recepción que limita las opciones del pasador. Los atacantes locales aprovechan esto, se divierten y combinan con habilidad ataques colocados o potentes para concretar el punto. La ASPM nunca se queda realmente atrás, pero paga caras sus aproximaciones y se deja ir al final en cada uno de los tres sets siguientes (25-19; 25-20; 25-22).
Como el mito de Sísifo, el equipo parece condenado a empujar incansablemente la roca de la victoria sin conseguir nunca izarla a la cima. Ante esta repetición de derrotas, los moncellianos experimentan una especie de absurdo deportivo: su potencial es innegable pero cada partido se convierte en un vano intento de rebelarse contra un destino que parece escrito de antemano.
Al final de este partido de ida, la ASPM ocupa el penúltimo lugar de la clasificación, pero ni la renuncia ni el cansancio están en la agenda. La recepción es un área de trabajo prioritaria que permitirá consolidar las debilidades actuales, el bloque es un punto fuerte que debe seguir siéndolo y los jugadores, diligentes en los entrenamientos, permanecen unidos. Cada derrota ha dejado su huella pero alimenta la convicción de que una futura victoria marcará el inicio de una nueva era.
A los Montcellians todavía les queda un partido por jugar en 2024 el viernes 20 de diciembre a las 21:00 horas en el gimnasio del instituto Parriat contra el Team Buxy. La victoria ama el esfuerzo y sólo llega a quien sabe dedicarle tiempo sin rendirse nunca ante las dificultades. Así que confiemos en que los jugadores de voleibol locales habrán aprendido todas las lecciones de esta fase de aprendizaje que, ojalá, ya haya terminado. Como dice un optimista proverbio africano: “el árbol que cae siempre hace más ruido que el bosque que crece”…
manu b