Cuando hablamos de la película Crueles intenciones de 1999, una obra de culto que marcó a toda una generación, es imposible no recordar su aura oscura, sus manipulaciones pérfidas y su erotismo sutil pero impactante. La adaptación en serie propuesta por Prime Video aborda un gran desafío: reinventar este universo y situarlo en una nueva era. Desafortunadamente, la temporada 1, compuesta por ocho episodios, lucha por capturar la esencia de su predecesora y oscila entre promesas incumplidas y vacilaciones narrativas. La trama de la serie se desarrolla en un universo universitario en Washington, DC, donde dos medios hermanos, Caroline Merteuil y Lucien Belmont, orquestan un juego de poder en su campus. Dependen de sus roles clave en fraternidades y hermandades para mantener su estatus social.
En una prestigiosa universidad de Washington. Dos estudiantes, medio hermano y media hermana despiadados, están dispuestos a todo para mantenerse en la cima. Después de que un brutal incidente de novatadas amenaza a todo el sistema universitario, harán todo lo necesario para preservar su poder y reputación, incluso si eso significa seducir a la hija del vicepresidente de los Estados Unidos.
Su último truco: seducir a la hija de la vicepresidenta de Estados Unidos, Annie Grover, para proteger sus intereses ante una investigación relacionada con un escándalo de novatadas. Esta transposición del escenario original al mundo académico tuvo todo para enriquecer la historia, en particular explorando la dinámica de las fraternidades y sus códigos de pertenencia. Sin embargo, esta opción sigue estando poco explotada. Los personajes se estancan en tramas que carecen de la tensión y la agudeza psicológica necesarias para cautivar verdaderamente. Si el concepto es prometedor, la serie nunca lleva a cabo sus ideas. Se supone que Caroline Merteuil encarna la inteligencia maquiavélica y la manipulación fría. Sin embargo, a veces parece demasiado obsesionada con cuestiones superficiales, como mantener el prestigio de su hermandad Delta Phi Pi.
Sus maquinaciones, aunque frecuentes, carecen de la profundidad y la crueldad calculada que eran el encanto venenoso del personaje original de Kathryn en la película de 1999. Por su parte, Lucien, su cómplice y medio hermano, adolece de falta de carisma e incapacidad. para encarnar plenamente la arrogancia y el peligro que exige su papel. Los personajes secundarios, aunque variados, tampoco logran estar a la altura de las expectativas. Cece Carroway, la mano derecha de Caroline y un personaje con una energía frenética, sigue siendo una incorporación interesante, pero nunca explotada por completo. Su relación con un profesor o los esfuerzos de Beatrice Worth, activista universitaria, para derribar a Caroline, podrían constituir tramas cautivadoras, pero se mezclan en una historia generalmente tibia.
La serie muestra constantemente elementos prometedores: tensiones sexuales, juegos de manipulación y dramas psicológicos. Pero estos elementos nunca se explotan en todo su potencial. En lugar de profundizar en el caos emocional y las relaciones tóxicas que podrían formar el emocionante corazón de la historia, permanece en la superficie, demasiado cautelosa para perturbar realmente. Un ejemplo sorprendente es la filtración de los vídeos sexuales de Lucien. Un acontecimiento que, en una serie más audaz, podría haber provocado grandes trastornos, pero aquí el impacto apenas se siente. Se siente una extraña vacilación, como si la serie tuviera miedo de explorar completamente las consecuencias oscuras y realistas de sus historias.
El principal problema de esta primera temporada radica en su ritmo desigual. Los dos primeros episodios sientan laboriosamente las bases, pero el interés tarda en manifestarse. Sólo a partir del tercer episodio los temas empiezan a aclararse, pero sin llegar a cautivar del todo. Muchos momentos se sienten prolongados, lo que hace que parezca que la historia intenta llenar los ocho episodios con tramas secundarias que carecen de sustancia. Esta lentitud se ve acentuada por diálogos a menudo poco impactantes y escenas que, aunque estéticamente agradables, carecen de la intensidad emocional y dramática necesaria para causar una verdadera impresión.
Visualmente, la serie logra captar una atmósfera elegante y sofisticada, fiel al espíritu de Cruel Intentions. El vestuario, los decorados y la puesta en escena reflejan un cierto nivel de calidad. Pero esta estética no es suficiente para llenar los vacíos narrativos. Una serie como esta debe ir más allá de la apariencia y sumergir a sus espectadores en un torbellino de complejas manipulaciones y emociones. Aquí todo sigue siendo demasiado limpio, demasiado controlado, sin ningún riesgo real. Crueles intencionescomo serie, tenía el potencial de establecerse como una obra histórica al abrazar plenamente el cinismo, la audacia y la perversidad que hicieron famosa a la película original. En cambio, parece dudar constantemente, como si le preocupara ser demasiado oscura o demasiado provocativa para su público objetivo.
En comparación, otras series ambientadas en entornos universitarios, como Dime mentiraslogran explorar temas similares con tensión palpable y personajes manipuladores que fascinan tanto como asustan. Crueles intencionespor otro lado, parece suavizar sus ángulos, diluyendo así el impacto de sus tramas. Si una segunda temporada ve la luz, tendrá que abandonar sus vacilaciones y dejarse sumergir de cabeza en el caos y la oscuridad. Las relaciones entre los personajes deberían volverse más complejas y peligrosas, mientras que las tramas secundarias deberían integrarse de forma más orgánica en la narrativa principal. Sobre todo, la serie debe redescubrir la audacia que fue la fuerza de su inspiración original. Sin esto, corre el riesgo de seguir siendo una adaptación insulsa, incapaz de dejar una huella duradera.
La primera temporada de Crueles intenciones deja una impresión mixta. Si bien tiene algunos elementos interesantes y algunos momentos entretenidos, no logra capturar la intensidad y la maldad calculada que podrían haberla convertido en una serie imprescindible. Las promesas están ahí, pero no se materializan, dejando una sensación de asuntos pendientes. Una serie como esta no puede permitirse el lujo de ser tímida: debe atreverse, sorprender y abrazar plenamente sus ambiciones. Por ahora, Crueles intenciones Sigue siendo una pálida sombra de lo que podría haber sido.
Nota: 3.5/10. En breve, Crueles intenciones Sigue siendo una pálida sombra de lo que podría haber sido.
Disponible en Amazon Prime Video