La trama aborda la violencia doméstica y la soledad de la población rural, problemas sociales actuales…
Michel Cymes: Sí, y habría que ser muy ingenuo o vivir en un sótano para no preocuparse por la violencia doméstica. En cuanto a la soledad de la población rural, en particular de los agricultores, se traduce en numerosos suicidios. Para los jóvenes es aún más difícil porque tienen Internet, por lo que están informados y saben todo aquello a lo que no tienen acceso.
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Pierre alcanza un hito: besa a Marion. ¿Cómo fue esta escena?
Al leer el guión, pedí que el papel de Marion fuera confiado a Hélène Seuzaret, una amiga con la que ya había intercambiado un besito en Meurtres en pays d’Oléron (emitida en 2018, nota del editor). Pensé que sería más fácil para mí. Ambos hablamos de ello, ella me explicó cómo pasaba en el cine. A petición nuestra, había poca gente en el set y hubo menos tomas de lo habitual. Estaba preocupado, pero fue algo natural. Es un beso francés sin francés: ¡tienes que hacer funcionar tu cerebro y decirte a ti mismo que la lengua no debe salir! (Risas)
Como veterinario, ¿se ha encariñado con determinados animales?
Lo pasé muy bien, pero el mejor momento seguirá siendo aquel en el que parí una oveja. Me emocioné tanto que compré el cordero para salvarlo del matadero.
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