Dormir hasta tarde tiene muchos fans.
Pero ya sea para recuperar fuerzas o para recuperar el sueño, esta práctica debe ser supervisada.
Hacemos un balance de lo que dice la ciencia.
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Bien en su cuerpo, bien en su cabeza.
La semana apenas ha comenzado y algunos ya esperan con ansias el próximo fin de semana, pensando en las largas horas que podrán pasar tumbados en la cama, alargando el sueño más allá de cualquier límite. Así lo demuestran los bretones entrevistados por TF1 en el reportaje que figura en el vídeo que encabeza este artículo. “¡Es genial, me encanta!dice una mujer. Para mí, es hasta la 1 p.m. del fin de semana cuando me acosté tarde.“.
Pero ojo: aunque el famoso tumbado pueda parecer reconfortante, incluso reconstituyente, esta práctica no está exenta de riesgos.
Cuidado con el “jet lag social”
Los estudios científicos dedicados al tema se contradicen en algunos puntos, pero todos coinciden en que el sueño debe ser lo más regular posible para respetar nuestro ritmo circadiano. Es decir, nuestro reloj interno, que regula las principales funciones biológicas humanas (sueño, frecuencia cardíaca, presión arterial, memoria, capacidades cognitivas, secreciones hormonales, alimentación, etc.) fluctuando en un ciclo de 24 horas, en armonía con el rotación de la Tierra sobre sí misma y alrededor del sol, así como con la rotación de la luna alrededor de la Tierra.
“Nuestro reloj interno, que nos permite respetar este ritmo circadiano, está situado en el cerebro, en dos diminutas estructuras cerebrales llamadas núcleos supraquiasmáticos, que se encuentran donde se cruzan los dos nervios ópticos”detalles, para Revista de salud (nueva ventana)Doctora Pascale Ogrizek, doctora del sueño en París. En otras palabras: son nuestros ojos, y por tanto la luz del día, los que establecen un vínculo entre este reloj biológico y nuestro entorno natural.
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De ahí la necesidad del cuerpo humano de armonizar al máximo su ciclo con el del sol. Problema: nuestras agendas agitadas, el estrés, incluso nuestra adicción a las pantallas, nos llevan a menudo a no respetar este principio, lo que nos anima a compensar durante los fines de semana, días festivos o vacaciones, noches más cortas durante nuestras semanas de trabajo.
Un estudio de la Universidad de Ciencias de la Salud de Arizona, en Estados Unidos, publicado en 2022, compara el impacto de quedarse dormido regularmente con el “desfase horario social”. De hecho, se trata de una brecha entre el ritmo biológico natural y la vida social que constituiría, según estos científicos, una agresión para nuestro cuerpo, similar a la de un viaje de regreso de París a Nueva York durante un solo fin de semana. Suficiente para aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular en un 11%, pero también favorecer la depresión, la diabetes tipo 2, los trastornos metabólicos e incluso el cáncer, estiman los investigadores.
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“Esto puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas, los marcadores inflamatorios, degradar el microbioma intestinal y provocar cambios adversos en los factores de riesgo cardiovascular. También se han informado ampliamente asociaciones entre el desfase horario social y la mala alimentación, la adiposidad y los trastornos metabólicos”.respalda otro estudio, publicado en agosto de 2023 en La Revista Europea de Nutrición.
Está seguro: “El sueño breve entre semana no es un factor de riesgo de mortalidad si se combina con el sueño medio o largo del fin de semana”concluye, por su parte, un estudio realizado por la Universidad de Estocolmo. Con la condición, precisa, de limitar el tiempo de reposo a dos horas adicionales de sueño respecto al tiempo de vigilia durante la semana, de lo contrario, de nuevo, se alterará el reloj biológico y se provocará insomnio, lo que acentuará aún más la fatiga. “Si tienes falta de sueño, es mejor tomar una siesta breve a primera hora de la tarde.decide, al micrófono de TF1, el doctor Erwan Silliau. Porque si duermes hasta tarde, vemos que a la gente le resulta más difícil conciliar el sueño esa misma noche”.