Publicado el 16 de enero de 2025 a las 06:57.
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Frente a Ucrania, la cuestión ya no es si los europeos están divididos, sino más bien juzgar hasta qué punto las divisiones existentes pueden tener consecuencias perjudiciales para Kiev. Hostil a cualquier apoyo a Ucrania, Victor Orban, el líder soberanista húngaro, es la picazón de Europa y nada con indisimulado placer contra corriente, deseoso de forjar alianzas entre derechas duras y de tomar por el mensajero de Donald Trump y su “plan de paz”. . En particular, irritó –o preocupó– a los líderes europeos el verano pasado al reunirse, alternativamente, con Donald Trump, Vladimir Putin y el presidente chino. Por su parte, el jefe del gobierno eslovaco, Robert Fico, ha estado criticando a Volodymyr Zelensky desde que Ucrania cerró el grifo del suministro de gas ruso el 1 de enero, y está tratando de negociar con Vladimir Putin.
La pareja franco-alemana está cada vez más en apuros y los dos países están enredados en interminables crisis políticas. Y los europeos que aceptan aflojar los hilos del bolsillo postergan cada vez más la intensidad de la ayuda que se dará a Ucrania. ¿Deberíamos llegar al extremo de enviar tropas y, de ser así, en qué momento y en qué contexto preciso? La pregunta, tabú durante mucho tiempo, ya no lo es.
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