La eficacia de la diplomacia italiana, ilustrada por la rápida liberación de la rehén Cécilia Sala, plantea interrogantes sobre la estrategia francesa. Mientras que el periodista fue liberado después de sólo 20 días de detención en Irán, tres ciudadanos franceses permanecen encarcelados durante más de dos años en condiciones que equivalen a “tortura”, según París. Francia está endureciendo su tono contra Teherán y ahora discute el futuro de las sanciones como palanca de presión.
Las relaciones con Teherán se están volviendo aún más tensas. Desde hace varios días, la diplomacia francesa endurece su tono. París, que exige la devolución de tres rehenes franceses detenidos en cárceles iraníes desde hace más de dos años, habló por primera vez “condiciones indignas que, para algunos, entran dentro de la definición de tortura”. En la balanza, el ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, sitúa ahora abiertamente “el futuro de las sanciones” contra Irán, en un contexto de reanudación de las conversaciones entre la República Islámica, Francia, el Reino Unido y Alemania sobre la energía nuclear.
El suicidio, el 9 de enero, de un ciudadano suizo en la prisión de Semnan, en el este del país, preocupó aún más a las cancillerías occidentales. Según una fuente diplomática, en las cárceles iraníes se encuentran retenidos unos quince rehenes de una decena de países diferentes.
Leer más sobre FRANCIA 24
Lea también:
Irán: ¿los detenidos como moneda de cambio?
Irán: la detención de la francesa Cécile Kohler “podría ser fatal” para ella, según Narges Mohammadi
Canadá