Al mismo tiempo, Praga se comprometió en mayo de 2023 a aumentar la capacidad de su conexión con el oleoducto TAL, que une Italia con Alemania, en funcionamiento desde 1967 y perteneciente a un consorcio occidental.
El gobierno quería convertirlo en una fuente alternativa de suministro y las obras, financiadas por la empresa pública de transporte de petróleo Mero, costaron 1.500 millones de coronas checas (60 millones de euros).
Se completaron unos meses antes de lo previsto: en junio de 2023, la República Checa dijo que podría poner fin a 60 años de dependencia del petróleo ruso a mediados de 2025 a más tardar.
Hasta ahora dependía exclusivamente del oleoducto Druzhba puesto en servicio en los años 60, cuando Checoslovaquia era aliada de la Unión Soviética para su abastecimiento.