Duelo con Musk, Ucrania, Irán y el Sahel

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En una demostración total de fuerza diplomática, Emmanuel Macron acaba de lanzar una serie de ofensivas de comunicación que delinean los contornos de una Francia decidida a ejercer influencia en el escenario mundial.

Primer frente: digital. El presidente francés no dudó en cruzar espadas con Elon Musk, uniéndose a la creciente cohorte de líderes europeos preocupados por la influencia del multimillonario en los procesos democráticos del Viejo Continente. Una posición que ilustra el deseo de París de no dejar que los gigantes tecnológicos dicten su ley en Europa.

Sobre la cuestión ucraniana, un cambio radical de tono. El que fue uno de los más fervientes defensores de la integridad territorial de Kiev adopta ahora una postura de “Realpolitik”. Al pedir “discusiones realistas sobre cuestiones territoriales”, Macron esboza los contornos de un nuevo enfoque diplomático, más pragmático que dogmático.

Irán no es inmune a esta ofensiva total. El jefe de Estado francés alza la voz, planteando el espectro de un “punto de no retorno” en la cuestión nuclear iraní. Una advertencia que sitúa a Francia como punta de lanza de la vigilancia europea frente a las ambiciones de Teherán.

Finalmente, en un golpe que no dejó de provocar una reacción, Macron reivindicó descaradamente el legado de la intervención francesa en el Sahel. Con un toque de amargura apenas disimulada, todavía espera el agradecimiento de los Estados del Sahel por haber evitado, según sus palabras, su caída en manos de los yihadistas. Una salida que provocó la ira inmediata de Chad y Senegal, que denunciaron una “actitud despectiva”.

Esta sucesión de intervenciones contundentes perfila los contornos de la diplomacia francesa que, en los albores de 2025, busca consolidarse como una voz esencial en la escena internacional. Entre un supuesto pragmatismo y provocaciones calculadas, Emmanuel Macron parece haber elegido esta estrategia ofensiva, aunque eso signifique sacudir ciertas sensibilidades.

Queda por ver si esta guerra de comunicaciones de 360 ​​grados permitirá a Francia reforzar su influencia o si, por el contrario, corre el riesgo de aislar aún más a París en la escena internacional. Una cosa es segura: el “al mismo tiempo” macroniano parece haber dado paso a un supuesto “contra todos”.

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