FIGAROVOX/TRIBUNA – La imagen del vehículo Tesla que explotó al pie de la Torre Trump en Las Vegas ofrece una visión de lo que podría ser la América del mañana: un lugar donde el poder se derrumba desde dentro, socavado por sus propios aliados, comenta la autora Ophélie Roque.
Ophélie Roque es profesora de francés en los suburbios de París. ella publicó Mesa Negra (Robert Laffont, 2023), su primera novela.
Dos imágenes circulan en bucle desde anteayer: la primera es obviamente la de las víctimas del atentado ocurrido en Nueva Orleans, la segunda muestra la explosión de un vehículo extrañamente rectangular frente a la entrada de un edificio acudió con la marca “Triunfo“. Estéticamente, la imagen ofrece unos llamativos tonos de grises y dorados. De un solo plano, obtenemos un atajo (ciertamente parcial, ¡pero todos los atajos lo son!) de la sociedad estadounidense. El humo, las llamas retorciéndose, los rayos de sol que iluminan el sala de la Torre Trump, el gris mate y apagado del coche… todo se combina para ofrecer al espectador no la simple captura de una noticia sino la representación metafórica de la sociedad americana tal como es vista (o fantaseada) por una parte de su detractores.
Volvamos a los hechos. el 1es Enero de 2025 (a las 8:40 horas), un Tesla Cybertruck explota frente a la entrada del Hotel Trump situado en el mítico Strip de Las Vegas. El conductor murió en el acto y otras siete personas resultaron levemente heridas. Aquí todavía estamos en lo fáctico pero, rápida e insidiosamente, el simbolismo interviene. En primer lugar, en la elección del coche: el Cybertruck (además de un Tesla) es sobre todo el vehículo emblemático de la marca ya que este último está inspirado en un modelo ya presente en el videojuego. ciberpunk 2077, que retrata el futuro distópico de una América fragmentada bajo la influencia de una nueva secesión y bañada por un clima de insurrección. En resumen, el Cybertruck parece extrañamente a gusto en este cliché que lo sitúa, de facto, en un universo que le es propio. Lo que significa que tenemos que prestar atención a lo que nos inspira.
Por supuesto, Elon Musk, preocupado por su reputación y por la rentabilidad de sus empresas, inmediatamente quiso tranquilizar al público y a los compradores potenciales publicando en X que la explosión no se debió en modo alguno a un fallo del vehículo. ¡Los coches Tesla pueden implosionar, pero nunca por su propia cuenta! El grupo se preocupa de señalar que sólo el 0,01% de los Cybertrucks producidos sufren accidentes graves, por lo que no se trataría de una propagación de desconfianza mal concebida que haría oscilar el precio de las acciones.
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La elección del objetivo (Trump Tower), así como la elección del arma (no una sino la Tesla, emblemática de la visión de Musk) ofrece una imagen potencialmente premonitoria del destino de Estados Unidos: la destrucción de Donald Trump por parte de Elon Musk. Pero detrás de esta interpretación se esconde otra: la de un mundo político desgarrado por la llegada masiva de nuevas tecnologías. Detrás de la tragedia se esconde (casi) una acontecimiento. La explosión es la ilustración de un poder que se derrumba desde dentro, socavado por sus propios aliados, dejando tras de sí sólo cenizas y llamas. No hay ningún hombre en la foto (excepto el cuerpo de quien voluntariamente se inmoló en su coche pero esa es casi, ya, otra historia). La ironía de la situación es que esta promesa de apocalipsis es, en bienofrecida por un loco que eligió cuidadosamente los efectos que se esperaban de su puesta en escena. Las imágenes son crueles porque logran transmitir una narrativa a veces completamente diferente a la realidad.