Se siente como el final para Filip Mesar

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Filip Mesar afronta una temporada cada vez más difícil con el Laval Rocket.

Desde su regreso de una lesión, el joven eslovaco no ha sumado ningún punto en cuatro partidos, una mala actuación que se suma a un comienzo de temporada ya de por sí decepcionante.

Con solo un gol en nueve partidos, Mesar está luchando por justificar su condición de selección de primera ronda en el draft de 2022.

Mientras tanto, Emil Heineman, adquirido en la misma transacción en la que Mesar envió a Tyler Toffoli a Calgary, logró aprobar mejor esta controvertida decisión de la dirección del canadiense.

Heineman muestra destellos alentadores y es la sorpresa de la CH esta temporada.

Pero Mesar sigue siendo la decepción en Laval. Este último parece cada vez más afectado por la presión, tanto dentro como fuera del hielo.

Según algunas fuentes, Mesar ya no oculta su descontento en el vestuario, mostrando un “babuino” visible que refleja su estado de ánimo.

A sus 20 años, parece estar luchando por orientarse en una liga que no perdona ni la falta de confianza ni la falta de compromiso.

Pero detrás de esta máscara de frustración se esconde una preocupación mucho más profunda.

Mesar también se preocuparía por su familia, que permaneció en Eslovaquia y se enfrentaba a medios económicos limitados. Esta situación pesa mucho sobre los hombros del joven delantero, que esperaba que su carrera en Norteamérica le permitiera apoyar mejor a sus allegados.

Hoy, su futuro parece más incierto que nunca, y cada partido que pasa sin resultado amplifica la duda, tanto entre la afición como en la organización canadiense.

Para un jugador que inicialmente debía acompañar a Juraj Slafkovsky en su ascenso a la NHL, la realidad actual es muy diferente.

Mientras Slafkovsky firmó por 8 años y 7,6 millones de dólares al año, Mesar está estancado o incluso retrocediendo.

La paciencia del personal de Montreal podría agotarse pronto, pero el problema es que Mesar no vale nada en el mercado de transacciones.

Filip Mesar ya se encuentra en un punto de inflexión en su carrera. Si no encuentra rápidamente una manera de recuperarse, podría convertirse en otro de esos prospectos que nunca supieron cómo aprovechar su talento.

Para el canadiense, esto empieza a parecer un amargo fracaso. Queríamos seleccionar al mejor amigo de Slafkovsky.

Finalmente seleccionamos un fracaso.

Pero más allá de la etiqueta de “fracaso” que empieza a calarle a Filip Mesar, lo que es necesario es una reflexión sobre la estrategia de contratación del canadiense.

¿Por qué se eligió a Mesar? ¿Se basó realmente en su potencial o en el simple hecho de que compartía un estrecho vínculo con Juraj Slafkovsky?

La idea de recrear la química entre dos jóvenes eslovacos en la organización parecía atractiva sobre el papel, pero en la práctica la apuesta se convierte en una pesadilla.

Mesar se encuentra ahora atrapado en una situación difícil. Con actuaciones decrecientes, no tiene suficiente valor para garantizar un lugar en Montreal, o incluso atraer la atención de otros equipos.

En Laval, su papel se vuelve confuso: no domina en la columna de puntos, sufre daños físicos y se deja dominar con mucha facilidad.

No en vano siempre termina de espaldas.

Mesar necesita cambiar su identidad, pero no puede. No podrá reinventarse como un jugador útil en un rol secundario.

Mientras tanto, Emil Heineman, a menudo relegado a un segundo plano en las discusiones, sigue avanzando.

Con su esfuerzo constante y su impacto positivo en el hielo, Heineman ofrece un rayo de esperanza en un acuerdo que inicialmente parecía desigual.

Si ya tenemos que hablar de un ganador y un perdedor en el intercambio de Toffoli, Mesar definitivamente está en el lado equivocado de la ecuación.

La situación financiera de la familia de Mesar, un aspecto que a menudo se pasa por alto en las discusiones, añade una dimensión trágica a su historia.

Ante una presión constante para triunfar y brindar apoyo financiero a sus allegados, el joven delantero parece desmoronarse bajo el peso de las expectativas.

Esta realidad personal podría explicar en parte su pobre desempeño, pero no basta para calmar a los críticos.

¿Y ahora qué hacer? Por ahora, el canadiense no tiene otra opción: continuar desarrollándolo pacientemente con la esperanza de un despertar tardío o dejarlo irse después de que finalice su contrato de entrada en 2027.

Al menos, con 82.500 dólares al año, Mesar ya no está en la categoría junior. Ya no puede quejarse de que no le paguen como la temporada pasada en Junior en Kitchener.

Filip Mesar puede consolarse sabiendo que ha dado un paso adelante financiero al dejar las categorías inferiores.

Sin embargo, esta pequeña victoria financiera palidece en comparación con la montaña de desafíos que le esperan.

Pero en Laval, Mesar todavía está lejos de los focos y de los lucrativos contratos de sus pares en la primera ronda del draft de 2022.

Las expectativas que pesaban sobre él no han desaparecido, pero poco a poco se van transformando en desilusión, tanto para él como para la organización.

E incluso si su salario le permite ahora mantener mejor a su familia en Eslovaquia, es difícil imaginar que esta situación sea satisfactoria para Mesar.

El objetivo final, el de jugar bajo los focos de la NHL, parece cada vez más lejano. Peor aún, el progreso de otros aspirantes como Emil Heineman subraya cruelmente su propia falta de progreso.

El canadiense, por su parte, se enfrenta a una cuestión delicada: ¿qué hacer con una esperanza menguante?

Si Mesar se beneficia de un mejor trato financiero en Laval, no podrá basarse indefinidamente en este argumento para justificar su lugar en la organización.

El hockey profesional tiene que ver con el rendimiento y, hasta ahora, Mesar está muy por debajo de las expectativas.

Su salario de 82.500 dólares puede parecer una mejora personal en comparación con su salario de 70 a 150 dólares, pero en un mundo donde los mejores prospectos firman contratos multimillonarios al llegar a la NHL, esa cifra demuestra en gran medida una triste realidad: Filip Mesar ya no es visto como una esperanza para el futuro del canadiense, pero como un jugador que todavía tiene que demostrar que merece incluso una oportunidad de acercarse a las grandes ligas.

La organización estaba equivocada. Dejar ir a una selección de primera ronda tan temprano en su carrera sería una admisión rotunda de fracaso, pero ¿es más prudente seguir invirtiendo recursos en un jugador que parece incapaz de cambiar las cosas?

Para Filip Mesar, ha llegado el momento de esperar. Si quiere evitar ser etiquetado para siempre como jugador de ligas menores, tendrá que demostrarle a Laval que puede ser un activo, no una carga.

Porque en un sistema tan competitivo como el canadiense las segundas oportunidades son raras y, de momento, Mesar parece alejarse de la NHL a cada partido que pasa.

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