Quejándose de los costes para las empresas estadounidenses, Donald señaló a Pekín y pidió que la vía fluvial vuelva a estar en manos de Estados Unidos. Pero los aumentos, más que el Dragón, son atribuibles al calentamiento global. Detrás de las palabras del magnate también se esconde una demanda por evasión fiscal que lleva desde 2019.
Después de la Casa Blanca (reconquistada), Donald Trump puso su mirada en el Canal de Panamá. Quejándose de los aranceles excesivamente altos impuestos a los barcos estadounidenses, el presidente electo de los EE.UU., en una serie de publicaciones en Truth, amenazó con recuperar el control del paso artificial por el que circula el 40 por ciento de los productos comercializados entre el noreste de Asia y la costa este del continente. Tránsito de Estados Unidos. «Pediremos que nos lo devuelvan, completo y sin hacer preguntas», escribió el presidente electo de Estados Unidos, desencadenando un tira y afloja con su ahora homólogo panameño. José Raúl Mulinoquien también devolvió al remitente las acusaciones de injerencia china en el istmo. Dado que no existe ninguna posibilidad real de que Estados Unidos pueda recuperar su control, ¿por qué Trump está obsesionado con el Canal de Panamá? Además de las razones puramente económicas y el miedo a la injerencia china, también está en juego una cuestión judicial.
Estados Unidos construyó el canal que Panamá controla desde 1999
La idea de cortar el istmo centroamericano con un canal navegable nació ya en el siglo XVI, poco después del descubrimiento del Nuevo Mundo. Pero permaneció mucho tiempo en el papel debido a la insuficiencia de los medios técnicos, para ser desempolvado siglos más tarde: las obras fueron iniciadas en 1881 por una empresa francesa, que ya había construido el Canal de Suez. Debido a problemas económicos, la empresa propuso a la Estados Unidos para hacerse cargo del trabajo, lo que hizo Washington después de ayudar a Panamá a independizarse de Colombia. Las obras estadounidenses comenzaron en 1904 y el canal fue inaugurado 10 años después, revolucionando el transporte marítimo a nivel mundial. Estados Unidos, que había obtenido autorización para gestionar el canal durante un siglo, lo devolvió al país centroamericano en 1999, en virtud de un acuerdo firmado por Jimmy Carter en los años 1970, según datos actualizados al 30 de septiembre, en 2024 casi 10.000 barcos pasaron por el canal, lo que permite evitar 13.000 kilómetros de navegación alrededor de América del Sur, para un total de 423 millones de toneladas de mercancías. Con tres cuartas partes de la carga total en tránsito, Estados Unidos es el mayor cliente del Canal de Panamá, seguido de Porcelana.
El ida y vuelta Trump-Mulino y la referencia a China
“Nuestra Armada y nuestro Comercio han sido tratados de manera muy injusta e imprudente”, escribió Trump en Truth, quejándose de los aranceles aplicados por el país centroamericano. Pero también de la creciente influencia de Beijing en el canal: “Cuando Carter lo entregó estúpidamente, por un dólar, le correspondía a Panamá gestionarlo exclusivamente, no a China ni a nadie más”. La referencia es a CK Hutchison Holdingsuna empresa china con sede en Hong Kong que controla dos de los cinco puertos adyacentes al estratégico punto de tránsito global, uno a cada lado. Y, de manera más general, a la influencia cada vez más fuerte de la República Popular enistmocomenzó en 2017 con negociaciones sobre el eje Beijing-ciudad de Panamá. Mulino, quien asumió el cargo en julio, respondió que “cada metro cuadrado del canal y las áreas adyacentes son parte de Panamá y seguirán siéndolo”. También en Truth, Trump respondió: “Ya veremos”.
La crisis del agua provocada por el calentamiento global está detrás de los aumentos
I Tratados de Torrijos-Carter Lo negociado por Carter, además de la transferencia del control a las autoridades panameñas, preveía la neutralidad de la franja de agua. La cual hoy Trump considera en peligro. El ataque de Donald es sólo el último ejemplo del cambio que el presidente electo traerá a la política exterior estadounidense una vez regrese a la Casa Blanca, especialmente con respecto a China. Dicho esto, el tarifas en realidad han aumentado, pero no sólo para el cargamento americano y, sobre todo, la causa no se encuentra en Pekín sino en calentamiento globallo que llevó a unaemergencia de agua tales como reducir la capacidad de navegación del canal. Debido a la bajada del nivel del agua, los tiempos de espera se han alargado: en el último año fiscal, el Canal de Panamá registró una disminución de barcos del 29 por ciento. Entre octubre de 2023 y septiembre de 2024 cruzaron el istmo 9.944 cargamentos, frente a los 14.080 del año anterior. El gobierno, recientemente, decidió introducir el pago de un recargo (que puede alcanzar los cuatro millones de dólares) para permitirle pasar el primero. Pero la idea es precisamente de Panamá y no de China, un socio muy importante pero no hasta el punto de controlar el tráfico naval por el canal, principal fuente de ingresos del país centroamericano. También se esperan nuevos aumentos de tarifas a partir del 1 de enero de 2025.
Las acusaciones de evasión fiscal y la ‘venganza’ de Donald
Trump, que ya había publicado mensajes “expansionistas” en Canadá mi Tierra Verde (que le gustaría por razones de seguridad nacional), ahora ha lanzado un ataque a Panamá también por cuestiones judiciales y, en consecuencia, económicas. En lo que respecta, en particular, a sus bolsillos. De hecho, la Organización Trump ha estado involucrada en una batalla legal desde 2019 por la acusación de evasión fiscal contra Panamá, iniciado por el empresario Orestes Fintiklidueño de la empresa Socios de capital de Ítaca y de un hotel que anteriormente pertenecía al magnate, quien supuestamente no pagó el 12,5 por ciento de los millones de dólares ganados con la estructura hotelera. Fintiklis y su empresa se vieron obligados a pagar impuestos que Trump supuestamente eludió, de ahí la demanda. La empresa de Donald también fue acusada de informar incorrectamente el número de empleados contratados, una estratagema utilizada para evadir el pago de cotizaciones. Según varios analistas, la campaña del próximo presidente estadounidense contra Panamá nació también como venganza por los controles realizados por el gobierno sobre sus actividades.