Oleksandr Usyk y Tyson Fury reavivarán su rivalidad de peso pesado este sábado en lo que promete ser otro choque épico para los fanáticos del boxeo. Apodada la “Pelea del Siglo”, esta revancha no sólo pondrá en juego múltiples títulos de campeonato, sino que también pondrá en riesgo los vínculos de ambos boxeadores.
En mayo pasado, Usyk triunfó en una reñida decisión dividida dentro del Kingdom Arena de Riad, propinándole a Fury su primera y única derrota mientras hacía historia como el primer campeón indiscutible de la era de los cuatro títulos.
Usyk, de 37 años, mantuvo su compostura característica de cara al partido por el título, mientras que Fury, recién barbudo, impulsado por un hambre de venganza, oscilaba entre reflexiones silenciosas y diatribas ardientes.
La anticipación alcanzó un punto álgido durante un impresionante enfrentamiento de 11 minutos el jueves, donde un enfurecido Fury desató una serie de insultos, cuya tensión era palpable mientras se enfrentaban.
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Al igual que su emocionante pelea hace siete meses—una histórica pelea de unificación de peso pesado no vista en un cuarto de siglo—la revancha del sábado en el estadio con entradas agotadas para 22,000 asientos es difícil de predecir.
Usyk, ex campeón olímpico con un récord impecable de 22 victorias (14 por nocaut), fue el campeón indiscutible de peso crucero antes de capturar títulos de peso pesado en sólo seis peleas. El zurdo táctico es conocido por su precisión milimétrica y su acondicionamiento inigualable, lo que lo convierte en un oponente formidable en rondas posteriores.
Aunque su primera pelea se libró con gran intensidad, Usyk puso a Fury en una situación desesperada en el noveno asalto, donde un conteo permanente salvó a un Fury cansado de sufrir más daño.
El “Rey Gitano”, que mide 206 cm (6 pies y 9 pulgadas) de alto y pesa 127,4 kg (281 libras), un récord personal, busca establecer dominio sobre Usyk, más bajo y liviano, aprovechando su tamaño natural y su experiencia.
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La habilidad probada de Fury en las revanchas es notable, ya que capturó decisivamente sus dos peleas de la trilogía contra Derek Chisora, agregando mayor resistencia en el ring.
“Es una elección difícil, pero si tuviera que apostar, apostaría mi dinero por Oleksandr Usyk”, dijo Dillian Whyte, quien se enfrentó a Fury en Wembley en abril de 2022. “Sin embargo, conociendo la asombrosa capacidad de Fury para recuperarse del arresto y su historia en el deporte, es difícil descartarlo por completo. Se sabe que sorprende a todos cuando las probabilidades parecen en su contra.
Una preocupación para Fury (34-1-1) antes de la pelea es su condición física y mental, considerando sus luchas previas con adicciones, depresión y demonios personales.
Por su parte, Usyk, nacido en Crimea, encarna el profesionalismo y está impulsado por un sentimiento de orgullo nacional mientras Ucrania se acerca al tercer aniversario de la invasión rusa.
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Al derrotar a Fury, “El Gato” se uniría a las filas de leyendas del boxeo como Muhammad Ali, Joe Louis y Mike Tyson como campeón indiscutible de peso pesado, hazaña que Lennox Lewis logró por última vez en 1999.
Si Fury, un ligero perdedor en las apuestas, logra derrocar a Usyk, grabaría su nombre en la historia como apenas el sexto tres veces campeón de peso pesado, uniéndose a figuras como Ali, Lewis y Vitali Klitschko, quienes lograron esta hazaña la última vez en 2008.
Actualmente, sólo los títulos de la AMB, la OMB y el CMB están en juego, ya que Usyk renunció a su título de la FIB en un movimiento estratégico para centrarse en esta revancha rica en efectivo contra Fury.
Los informes indican que el premio acumulado ha aumentado a la asombrosa cifra de 190 millones de dólares, y se espera que Usyk se asegure una porción mayor como campeón defensor, un marcado contraste con la distribución en su pelea anterior.
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Este evento tan esperado es un momento culminante en el ambicioso esfuerzo de Arabia Saudita por dominar el ámbito deportivo mundial, generando críticas por sus llamadas tácticas de “lavado deportivo” en medio de preocupaciones constantes sobre su historial de derechos humanos. Tras inversiones en Fórmula Uno, LIV Golf y Newcastle United, Arabia Saudita solidificó aún más su prominencia deportiva cuando se le adjudicó la Copa del Mundo de 2034, lo que indica sus grandes ambiciones para futuros proyectos deportivos.