La lectura del veredicto debería comenzar en unos minutos. Los acusados que aparecen libres (32 de 50, 51 están prófugos) siguen llegando al juzgado de Aviñón, recibidos por un minucioso registro de seguridad y un impresionante –casi aterrador– muro de cámaras.
Todos trajeron consigo una bolsa que contenía algunas pertenencias, en el probable caso de que fueran detenidos en la audiencia, e inmediatamente partieron para su detención. Joseph C., el único acusado procesado por agresión sexual, y no por violación o intento de violación, no aceptó ni un bulto, «por superstición»dice uno de sus familiares, un vecino, que lo acompañó al tribunal. Se han solicitado cuatro años de prisión en su contra, es quien hoy tiene más posibilidades de salir libre de la audiencia.
El ambiente es pesado, la hija de Cyrille D. llora, los compañeros de otros acusados se consuelan en la sala de los pasos perdidos antes de ocupar su lugar en una de las salas de retransmisión puestas a disposición de las familias – no pudieron ocupan su lugar en la sala principal, que era demasiado pequeña y ya estaba llena de acusados, sus abogados, Gisèle Pelicot, su familia y seres queridos, y la policía.