La velada de entrega del premio Diaspocam tuvo su momento de apoteosis cuando sonó el nombre de Sandrine Fansi, ganadora del Premio a la Mejor Escritora de la Diáspora 2024. Una consagración, un vibrante homenaje al talento y a la tenacidad de una mujer cuyo camino es. escrito con la tinta de la resiliencia.
De origen camerunés, hoy madrina de la República Francesa, Sandrine es una de esas almas que desafían los tumultos de la vida para establecerse en la guarida. Llega a Francia, un día de un sueño hecho añicos, en condiciones crueles. Apenas había puesto un pie en el suelo del país que tanto deseaba cuando se le impuso un regreso inmediato, un regreso con sabor amargo.
En este vuelo de regreso, las lágrimas corren como un torrente. Se encuentra rezando oraciones sin sentido, entre la desesperación y la rebelión, imaginando el trágico desenlace de un accidente aéreo del que ella sola saldría, dejando tras de sí un escenario digno de las mayores ficciones contemporáneas. Pero no pasa nada, y es en este humillante regreso donde germinarán sus más bellas venganzas: la del regreso, la de la pluma. Unos años más tarde, la desventura se convertiría en título: “Sandrine la Resiliente, de indocumentada a madrina de la república”. Partiendo de cero, Sandrine se enfrenta a las vicisitudes de la vida sin papeles.
Acepta trabajos ocasionales, soporta la sombra de la precariedad, pero siempre sale adelante. Luego viene la liberación: papeles, un matrimonio y, como era de esperar, los trastornos de la vida matrimonial y aquí ella se ve envuelta en un divorcio liberador. Con su humor a menudo mordaz, le gusta decir: “El divorcio me salvó”. Sandrine, la cajera, se convierte en ejecutiva de banco, Sandrine, la mujer destrozada, se convierte en una madre realizada. De mujer casada al borde del precipicio a “madre soltera” más radiante que nunca, ella es la marca de esta fuerza silenciosa que desafía las tormentas. Una historia humana increíble y conmovedora.
Hoy, Sandrine Fansi, novelista consagrada, se abre camino con una pluma comprometida. A través de sus escritos, presta su voz a quienes han sido silenciados durante mucho tiempo. Aborda temas que a menudo son tabú en nuestras sociedades: sexualidad, suicidio, aborto, prostitución. Ella lucha contra el machismo no a través de la confrontación, sino a través de la cruda verdad, la de las palabras que golpean, despiertan y liberan. Su libro se convierte en la voz de las mujeres, un grito de esperanza y dignidad. Pero Sandrine no se queda ahí. Dirige espacios de debate donde anima a las mujeres a recuperar la propiedad de su destino.
Se convierte en entrenadora, confidente, exploradora. Ella cree en el poder de las palabras, esas que reconstruyen y reparan. Y aquí, ese mismo fin de semana, menos de veinte horas después de su distinción en el Premio Diaspocam, Sandrine recibió otra distinción, donde recibió una gran ovación ante un público de más de 800 personalidades en la prestigiosa Maison de la Chimie de París; lo que demuestra que la escritura es efectivamente su campo favorito. Actualmente es una de las escritoras más brillantes y singulares de la nueva generación de escritores cameruneses. Para Sandrine, escribir es una dulce obsesión, una necesidad visceral.
La escritura la persigue, le pica, cada día, como un aliento que se niega a callar. Mujer de mil vidas, se introduce en sus personajes, se pone su piel, explora sus tormentos y sus alegrías. Ella es todas mujeres y, sin embargo, es sólo una: la resistente Sandrine. Un explorador del alma humana, un narrador de realidades inquietantes, un capitán que ahora lidera su propia búsqueda de horizontes. Para mañana promete escribir una y otra vez, pero también abrir espacios donde las palabras de los jóvenes surjan, se afirmen y formen parte de la historia. Porque, para Sandrine Fansi, la resiliencia no es un fin, sino el comienzo de todas las posibilidades.