Se han logrado importantes avances en las negociaciones para la liberación de los rehenes en Gaza, y Hamás acordó una primera fase relativa a los ancianos y los enfermos. Según Reuters, una delegación israelí llegó a Doha para continuar las conversaciones. Según una fuente oficial, las conversaciones se centran en “cuestiones pendientes” y tienen como objetivo “cerrar las brechas entre Israel y Hamás” en relación con el acuerdo propuesto por el presidente Biden el 31 de mayo. Una fuente diplomática reveló a Ynet que “el objetivo es llegar a un acuerdo sobre la liberación de los rehenes antes de fin de mes”.
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, declaró ante el Comité de Asuntos Exteriores y de Defensa que “el eje de Filadelfia y el eje de Netzarim no constituirán un obstáculo, hay flexibilidad por parte de Hamás en esta cuestión”. Las discusiones se centran en particular en el posicionamiento de las fuerzas de las FDI en la Franja de Gaza durante el alto el fuego.
Una fuente diplomática confirmó el lunes por la tarde que se habían producido “mayores avances hacia un acuerdo”. Las negociaciones también se refieren al establecimiento de un mecanismo de control para los civiles que deseen desplazarse hacia el norte, dispositivo al que Hamás se había opuesto durante la ronda anterior de conversaciones.
El borrador del acuerdo prevé la liberación de las personas mayores de 50 años, los enfermos y todos aquellos considerados “casos humanitarios”, a cambio de un alto el fuego de seis semanas. “He definido y ordenado a todo el aparato de seguridad que coloque la cuestión de la liberación de los rehenes en la cima de nuestras prioridades en el aparato de guerra”, subrayó Katz, añadiendo que habría “una gran mayoría a favor de aprobar el acuerdo para el gobierno y el gabinete”.
Paralelamente, el enviado de Donald Trump para los rehenes, Adam Boehler, mantuvo reuniones en Israel con el ministro de Defensa, el ministro de Asuntos Exteriores, el coordinador de Prisioneros y Desaparecidos y el presidente de la Knesset. Estas reuniones, mantenidas relativamente discretas a petición de Boehler, sugieren que el equipo de Trump ya está siguiendo de cerca los acontecimientos en Medio Oriente.
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