El grupo Bolloré se prepara para embolsarse un ahorro fiscal de 535 millones de euros gracias a un régimen a medida en el marco de la escisión de Vivendi. Esta operación, que divide el grupo en tres entidades cotizadas (Canal+, Hachette y Havas), se basa en una “escisión parcial”, un complejo sistema fiscal que permite una gran parte de la evasión fiscal.
En concreto, los accionistas, de los que Bolloré es el principal beneficiario, no pagarán impuestos sobre dos tercios del valor de las acciones de Canal+ y Hachette, reclasificadas como “reembolsos de aportaciones”. Una gimnasia contable que evita la clásica tributación de las plusvalías y transforma un mecanismo destinado a proteger las empresas en un gigantesco regalo para los tenedores de capital. El grupo pagará así 200 millones de euros en impuestos por Canal+ y 65 millones por Hachette, frente a 600 y 200 millones respectivamente en régimen tradicional. Y eso no es todo: al combinar este acuerdo con un plan llamado “madre-hija”, que permite beneficiarse de una exención de los dividendos que fluyen de la filial a la matriz, el grupo se beneficia de una reducción adicional de los dividendos recibidos.
Vivendi, un conglomerado de medios y entretenimiento en expansión, es una pieza central del imperio económico de Vincent Bolloré, un multimillonario reaccionario y figura de extrema derecha en Francia. Este grupo promueve y dedica su tiempo de emisión a personalidades de extrema derecha como Eric Zemmour, Pascal Praud, Geoffroy Lejeune y Charlotte d’Ornellas, para difundir masivamente su propaganda reaccionaria. Bolloré demuestra aquí descaradamente su hipocresía: mientras defiende políticas de austeridad y difunde ideas racistas que acusan a las poblaciones inmigrantes de apropiarse indebidamente de recursos públicos, no tiene ningún problema en beneficiarse de paquetes fiscales para recibir beneficios de millones de euros de fondos públicos.
Para comprender el alcance del imperio de Bolloré, las cifras recientes muestran que sus participaciones en sectores clave como los medios de comunicación, la energía y la industria generan ganancias colosales, consolidando así su control sobre recursos estratégicos a escala global. Bolloré tiene enormes participaciones en la industria musical mundial con su participación del 18,5% en Universal Music Group. En el sector energético, cuenta con depósitos estratégicos de petróleo en Francia y Suiza a través de Bolloré Energy. También incrementó su control sobre el grupo Rubis, operador especializado en el almacenamiento y distribución de productos de petróleo y gas, donde actualmente posee más del 5% del capital.
El grupo Bolloré por sí solo encarna toda la hipocresía de un capitalismo podrido que se basa en la destrucción ecológica, el imperialismo y la explotación de la clase trabajadora. Suficiente para recordarnos la urgencia de luchar contra este sistema capitalista en decadencia y sus figuras emblemáticas como Bolloré, cuyo poder se basa en la explotación y difusión de su propaganda reaccionaria a través de grandes grupos como Vivendi. La acumulación y concentración de su capital depende de la profundización de estas tendencias mortíferas, contando al mismo tiempo con la complicidad activa del Estado, que proporciona las herramientas legislativas y fiscales necesarias para proteger los intereses de las grandes fortunas.