El 15 de diciembre de 2024, una violenta tormenta en el Mar Negro provocó una auténtica catástrofe marítima en la que se vieron implicados dos barcos rusos que transportaban miles de toneladas de productos petrolíferos. Uno de los barcos literalmente se partió en dos, provocando un enorme derrame de combustible, mientras que el segundo se encuentra actualmente a la deriva. Una mirada retrospectiva a este incidente que preocupa tanto por sus consecuencias humanas como medioambientales.
Un barco partido en dos: el desarrollo de los acontecimientos
Durante esta tormenta excepcional, el Volgoneft 212, un petrolero de 136 metros construido en 1969, sufrió daños irreparables. Su estructura, ya duramente puesta a prueba por su avanzada edad, no resistió las inmensas olas, provocando que el barco se rompiera en dos partes. La proa encalló en las tormentosas aguas del estrecho de Kerch, situado entre Crimea y Rusia continental.
Las imágenes difundidas por los medios rusos muestran escenas impactantes: la cubierta del barco sumergida y el petróleo esparciéndose en las aguas. Lamentablemente, este incidente le costó la vida a al menos una persona entre los 15 tripulantes.
Un segundo petrolero a la deriva
El Volgoneft 239, otro barco de bandera rusa que data de 1973, también sufrió daños considerables durante la misma tormenta. Con 132 metros de largo, lleva una tripulación de 14 personas y actualmente permanece a la deriva. Las autoridades rusas desplegaron equipo pesado, incluidos helicópteros Mi-8 y remolcadores de rescate, para intentar estabilizar el barco y evitar un segundo hundimiento.
Un derrame de petróleo amenazante
La capacidad de carga total de los dos buques asciende a aproximadamente 4.200 toneladas de productos petrolíferos cada uno. Según estimaciones iniciales, una parte importante de este cargamento se habría derramado a las aguas. El impacto medioambiental de esta fuga preocupa a los especialistas, en particular por la ubicación del derrame en el estrecho de Kerch, un paso marítimo estratégico y frágil.
Según un estudio de la Agencia Europea de Medio Ambiente, los hidrocarburos pesados como el fuel que transportan estos barcos pueden persistir en el ecosistema marino durante años, afectando gravemente a la biodiversidad local. Las consecuencias para las especies marinas y las poblaciones humanas que dependen de la pesca podrían ser catastróficas.
¿Por qué estos barcos seguían en servicio?
Los dos petroleros involucrados en este incidente fueron construidos en 1969 y 1973 respectivamente. Su avanzada edad plantea dudas sobre su estado de mantenimiento y su capacidad para navegar en condiciones difíciles.
Según un análisis de la Comisión Marítima Internacional, los barcos de más de 30 años representan un mayor riesgo de pérdidas, especialmente en zonas expuestas a condiciones climáticas extremas. El uso prolongado de estos buques podría deberse a una falta de inversión en la flota marítima rusa, acentuada por las restricciones económicas vinculadas a las sanciones internacionales.
Medidas de socorro y prevención futura
Para contener el derrame de petróleo, las autoridades rusas movilizaron a más de 50 socorristas, acompañados de equipo especializado. Sin embargo, la eficacia de estas intervenciones sigue siendo incierta ante un derrame de esta magnitud.
Posibles acciones para prevenir futuros accidentes:
- Renovación de la flota marítima : invertir en embarcaciones más recientes que cumplan con los estándares modernos.
- Vigilancia reforzada : introducir inspecciones técnicas más frecuentes para los buques antiguos.
- Normas internacionales estrictas : imponer límites de edad a los buques que transporten sustancias peligrosas.
- Entrenamiento de tripulación : mejorar las habilidades de gestión de crisis para limitar las pérdidas humanas.
Una valoración aún incierta
Mientras continúan los esfuerzos para estabilizar el Volgoneft 239 y evaluar el alcance exacto del daño ambiental, esta tragedia resalta los considerables riesgos asociados con el transporte de petróleo en barcos viejos. El estrecho de Kerch, que ya se encuentra bajo presión debido a su delicada posición geopolítica, podría sufrir las consecuencias durante décadas.
Los expertos piden una mayor cooperación internacional para prevenir tales desastres, recordando que los mares y océanos no tienen fronteras cuando se trata de contaminación.