En un nuevo estudio, los investigadores cuentan cómo la historia de amor de Boris y Sveltaya ayudó a reintroducir una población de tigres siberianos en Rusia.
A pesar de la distancia que los separaba, Boris y Svetlaya, dos jóvenes tigres siberianos recolectados en el lejano oriente de Rusia y criados juntos para ayudar a salvar su especie, pudieron encontrarse, informa Los New York Times.
Liberados a 190 kilómetros de distancia entre sí para favorecer la dispersión de los tigres reintroducidos entre Rusia y China, demostraron una determinación increíble. Boris viajó más de 200 kilómetros para encontrar a Svetlaya y seis meses después, ella dio a luz a su primera camada.
Liberado a la naturaleza
Estos dos tigres no emparentados fueron recolectados por científicos en las montañas de Sikhote-Alin, un bastión clave de la especie, cuando sólo tenían entre 3 y 5 meses de edad. Después de un período de rehabilitación, fueron liberados en el medio silvestre a los 18 meses de edad, en lugares separados, para maximizar las posibilidades de repoblación de la región.
Más de un año después de su liberación, Boris se unió a Svetlaya y recorrió casi 190 kilómetros casi en línea recta, según Los New York Times. Esta historia ilustra no sólo sus notables instintos, sino también el éxito de su rehabilitación en cautiverio.
En un estudio publicado en el Revista de gestión de vida silvestrecientíficos de la Sociedad de conservación de la vida silvestre Destacar que los tigres huérfanos, bien preparados para la vida en la naturaleza, pueden ser liberados con éxito. Cazan con tanta eficacia como sus homólogos salvajes, apuntando principalmente a presas naturales y evitando conflictos con el ganado.
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