Tras un juicio extenuante que reveló la terrible violencia sufrida por Sara, un jurado declaró a Urfan Sharif, de 42 años, y a Beinash Batool, de 30, culpables del asesinato de la niña, mientras que su tío, Faisal Malik, de 29 años, fue declarado culpable de “causó o hizo posible su muerte“.
El juez del Tribunal Penal de Old Bailey en Londres, John Cavanagh, describió el caso como “extremadamente estresante y traumático“, y anunció que pronunciaría las sentencias que les impusieron el martes.
Los tres se declararon inocentes.
Horas después de la muerte de la niña, su padre, su madrastra y su tío compraron billetes de avión a Pakistán y volaron con sus otros cinco hijos, dejando el cuerpo de Sara sobre una cama en su casa de Woking (sur de Inglaterra).
Desde Pakistán, Urfan Sharif había llamado a la policía de Inglaterra para denunciar y culparse por la muerte de su hija. Después de un mes huyendo en este país, los tres adultos regresaron a Londres el 13 de septiembre de 2023 y fueron arrestados en el avión.
Durante su testimonio ante el tribunal, Urfan Sharif acusó primero a su esposa, llamándola “psicópata“, antes de reconocer su “responsabilidad” en la muerte de su hija. Pero negó haber tenido la intención de matarla.
El juicio reveló que el cuerpo de Sarah tenía 25 fracturas, más o menos antiguas, que un patólogo sólo pudo explicar por golpes violentos y repetidos. Sara también tenía 70 puntos por agresión y agresión.
Ante las marcas, el fiscal indicó que la pequeña había sufrido notablemente “mordeduras humanas“, así como una quemadura provocada por una plancha y otras por agua hirviendo.
También se detectó ADN de su padre y su tío en un cinturón, y la sangre y el cabello de Sara se encontraron en capuchas hechas con bolsas de plástico que aparentemente estaban pegadas a su cabeza.
Hablando fuera del tribunal después del veredicto, el inspector jefe de la policía de Surrey, Craig Emmerson, habló de la violencia “indescriptible” sufrida por la niña.
“Este caso es impactante y horroroso, no sólo para quienes la conocieron y amaron, sino también para personas de todo el país y de todo el mundo.“, añadió.
También denunció la actitud del padre, la madrastra y el tío de Sara que “sólo buscaban proteger sus propios intereses (…) y no mostraban ningún remordimiento por su terrible comportamiento”.
“Todos vimos la brillante sonrisa de Sara en las fotos, pero todos los involucrados en este caso recordarán para siempre las horribles lesiones y el trato brutal que recibió.“, declaró por su parte a los periodistas la representante de la fiscalía Judith Reed.
El juicio también puso de relieve el fracaso de los servicios sociales, que siguieron a la familia de Sara, cuya custodia fue arrebatada a su madre y entregada a su padre. No detectaron la violencia que sufrió la joven pese a un informe de su colegio.
Su maestra, que vino a testificar, dijo que Sara llegó a clase con un hiyab en enero de 2023, cuando era la única de su familia que lo usaba, y se lo puso para ocultar marcas que no quería explicar.
En abril de 2023, la familia se había mudado y Sara ya no iba a la escuela.
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