lo esencial
Desde principios de noviembre, los habitantes de la aldea de Gascarié, en Saïx, viven una vida cotidiana plagada de obstáculos. Entre el acceso bloqueado por las obras de la A69 y un nuevo camino considerado peligroso y mal señalizado, una madre denuncia falta de coordinación y una sensación de abandono ante los inconvenientes que duran más de un año.
En el corazón de la aldea de Gascarié, en Saïx, una madre de dos hijos cuenta una vida cotidiana transformada en una carrera de obstáculos. Desde principios de noviembre, el camino que conduce a su casa está bloqueado periódicamente por trabajadores de NGE, el concesionario responsable de las obras de la A69. “Cierran anárquicamente un poco la carretera todos los días, según su criterio, para que pasen las máquinas”, lamenta.
En respuesta, se abrió una nueva carretera, destinada a convertirse en el acceso oficial a la aldea. Pero esta nueva ruta es fuente de confusión e inconvenientes: “Si miras el GPS, esta carretera no existe. La información a los residentes locales no necesariamente ha sido bien comunicada, y eso es principalmente lo que les reprochamos”. Durante varias semanas, esta falta de claridad provocó un auténtico dolor de cabeza logístico: la cartera dejó de pasar y los repartidores siguen hoy perdidos, sin poder localizar las casas. “Tardé semanas en recibir algunos paquetes. Las señales de desvío colocadas por NGE/Atosca son más que luminosas. Apenas se ven y no están por todas partes.”
Una vida cotidiana bajo tensión
Ante el enfado de los vecinos, el ayuntamiento intentó intervenir instalando un cartel indicando el camino correcto a seguir y especificando la próxima instalación de una señal de denominación de la vía. La ayuda es apreciada pero insuficiente para los vecinos: “Todo se hace en la dirección equivocada. Lógicamente se abre una carretera cuando todo está administrativamente limpio, pero no es así. Hasta hace dos semanas no podíamos seguir el camino habitual, ocupados con las obras, ni tomar el nuevo acceso, porque no estaba pavimentado, eso fue lo peor”.
Esta ruta improvisada también es considerada peligrosa por los habitantes del caserío. “Este nuevo acceso es propenso a sufrir accidentes. Una vez pasada la vía del tren, ya no hay nada indicado. Los coches se cruzan con poca visibilidad. Hay que asegurar rápidamente las plazas. Ciertamente, no hay tantos pasos al día. , pero sólo hace falta uno para que ocurra un accidente.”
Para Saïxole, este nuevo episodio se suma a una acumulación de inconvenientes. El año pasado, el mismo camino fue bloqueado durante 47 días por opositores al proyecto de la autopista. “Estoy dispuesto a que NGE lleve a cabo su trabajo – además no estamos en contra del proyecto – entiendo que lleguen tarde y que los opositores los hayan molestado, pero no son los únicos, aunque el ayuntamiento lo esté haciendo. “Lo mejor es que tenemos la sensación de ser tomados como rehenes por segunda vez”. El enojo es palpable: “No dije nada antes, porque no quería problemas. Pero esto es el colmo. Entre las ‘ardillas’, los zadistas, las fuerzas del orden y los trabajos por la carretera, Esto ha estado sucediendo durante un año… Ya es suficiente.”
Un sentimiento de abandono
En los cuatro hogares que componen el caserío domina el sentimiento de soledad. “Nosotros éramos los olvidados en la lucha”, resume esta madre, dividida entre la resignación y la indignación. Si hoy parece urgente mejorar la seguridad del nuevo acceso, espera sobre todo que los responsables de las obras consigan finalmente salir de esta situación de bloqueo que envenena la vida cotidiana de los habitantes de Gascarié.
La empresa Atosca, contactada, afirma haber organizado “con total transparencia” reuniones públicas, en particular sobre la implantación de carreteras y caminos, y haber creado, entre otras cosas, un número gratuito para facilitar la vida cotidiana de los residentes locales, comprometidos con En los próximos días volveremos a encontrarnos con los habitantes de Gascarié.