Al optar por votar a favor de la moción de censura, la jefa de los diputados de la Agrupación Nacional cuestiona su estrategia. ¿Se ha convertido en Donald Trump, Montecristo o Maquiavelo?
La escena se retransmitirá el 12 de diciembre en France 2. En un magnífico documental “Disolución – Historia de un terremoto político”, Marine Le Pen, toda sonrisas, explica que Michel Barnier es una elección que ella valida, pero que es un Primer Ministro. Ministro bajo vigilancia. Dos meses y medio después, el seguimiento finaliza. El jefe del grupo Agrupación Nacional en la Asamblea Nacional decidió votar la moción de censura presentada por la izquierda, poniendo fin, a priori, a la misión de Saboya. ¿Qué pasó en menos de 100 días para que la excandidata presidencial cruzara el Rubicón y desdibujara parcialmente su línea de acción?
El resto después de este anuncio.
Desde 2022, la Agrupación Nacional se construye contra la Francia rebelde: respetabilidad, notoriedad y responsabilidad. La última piedra en la “demonización” de un partido que sueña con entrar en el arco republicano. Tras la disolución, con sus 142 diputados, la RN continuó con su estrategia de empate. ¿Y si, como señalan varias figuras clave del bando presidencial, todo hubiera cambiado en noviembre? La victoria de Donald Trump en Estados Unidos demostró que oponerse al sistema, y cada vez más contra él, sin matices, era garantía de éxito. Las requisas en el proceso contra los asistentes parlamentarios del Frente Nacional supusieron un shock para el bando de Le Pen ante la perspectiva de una no candidatura a las elecciones presidenciales; la respuesta se espera para el 31 de marzo. Otros también evocan una poderosa presión desde la base de Marine Le Pen, incluidos Jordan Bardella y Jean-Philippe Tanguy (recordamos su ataque directo al “fósil de la política” de Saboya). De la vigilancia a la intransigencia.
¿“Un veneno lento” o una apuesta ganadora?
Al cambiar de tono con Michel Barnier -las famosas líneas rojas abandonadas progresivamente por el Primer Ministro- Marine Le Pen corrió el riesgo de aparecer como la condesa de Montecristo vengándose de una justicia, según ella, política. “Un arma de un solo disparo”, se burla un ex ministro. Al derrocar al gobierno de Barnier, la RN se convierte, paradójicamente, en el campo del desorden institucional, político y económico. “Cuidado con el lento veneno de la irresponsabilidad”, señala Frédéric Dabi, director general de Opinión de Ifop. A los nuevos votantes del RN -burguesía y jubilados- puede no gustarles esta maniobra y, en última instancia, meterán a Marine Le Pen y a los Insoumis en el mismo saco.
Por parte del RN y sus aliados, estas acusaciones son ignoradas. Haciendo una simple apuesta: el resultado les dará la razón. Una vez que caiga Michel Barnier, se nombrará un nuevo Primer Ministro, éste accederá a la petición final de la RN, la economía no habrá quedado traumatizada por esta secuencia y la opinión pública dará la aprobación a Marine Le Pen por haber obtenido avances en la presupuesto. “La política es un equilibrio de poder”, sonríe un diputado. Una apuesta a medio plazo, sobre todo si se organizaran elecciones presidenciales anticipadas -hipótesis refutada por Emmanuel Macron durante su viaje a Arabia Saudí- que la situarían como una gran favorita. El tres veces candidato a las elecciones supremas debería, sin embargo, meditar sobre este proverbio florentino: “Los planes mejor trazados son los que se desmoronan más fácilmente. »
Belgium